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Tras su ronda de consulta de dos días, el Rey de España ha decidido encomendar al líder del PP la tarea de intentar conformar Gobierno
Sánchez, que ha anticipado "el respeto y el respaldo" del PSOE a la decisión de Felipe VI, asume que tendrá que esperar su oportunidad tras el intento del líder popular, al que ha vaticinado una investidura fallida "en la que se dará de bruces con la realidad".
La tradición política se ha impuesto hoy a las prisas y a la batalla por el relato. Frente a quienes desde la misma noche del 23-J interpretaron el resultado de las urnas como una derrota de la derecha porque no sumó mayoría absoluta y una victoria de la autodenominada mayoría de progreso, en referencia a una amalgana de partidos de izquierda (pero también conservadores), populistas, nacionalistas e independentistas con intereses dispares y a menudo contradictorios, el Rey se ha limitado a valorar los apoyos puestos sobre la mesa por las fuerzas políticas a cada uno de los dos asaspirantes a la investidura: Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez.
Y, tras su ronda de consulta de dos días, ha decidido encomendar al líder del PP la tarea de intentar conformar Gobierno. Esto es, ha propuesto como candidato al vencedor de las elecciones del 23-J, en votos y escaños, que ha acudido al Palacio de la Zarzuela con 172 apoyos acreditados: los 137 diputados del PP; los 33 de Vox, que, pese a haber dejado en el aire su respaldo la víspera, ha trasladado al monarca su disposición a apoyar a Feijóo, y los dos escaños de UPN y Coalición Canaria.
Al otro lado de la balanza, Sánchez, quien desde el primer minuto ha venido postulándose para la investidura, poniendo al monarca ante un dilema inédito en democracia (dos candidatos simultáneos), solo ha podido acreditar 152 respaldos: los 121 del PSOE y los 31 de Sumar, ya que el PNV dejó claro el lunes que era prematuro hablar de un posible apoyo a Sánchez cuando ni siquiera se han iniciado conversaciones, y los separatistas de ERC, Junts, EHBildu y BNG no acudieron a la ronda de consultas con el Rey, que no pudo conocer su posicionamiento pese a que sus votos son cruciales para una eventual investidura del líder socialista.
A pesar de ello, Sánchez afirmó esta mañana que el PSOE "está en condiciones de aunar el respaldo parlamentario para formar Gobierno", esgrimiendo la mayoría absoluta cosechada en la Mesa del Congreso para designar presidenta a Francina Armengol, aunque los separatistas de ERC y Junts ya dejaron claro entonces que la investidura sería "otra negociación" diferente y con otros precios, que pasan por una amnistía a los condenados por el procés y avanzar hacia un referéndum de independencia.
La balanza se ha inclinado finalmente del lado popular, como ha anunciado la presidenta del Congreso, Francina Armengol, y Feijóo ha aceptado el encargo de Felipe VI porque, en la batalla por la narrativa entre los dos grandes bloques políticos, para el líder PP es relevante escenificar y reivindicar su victoria el 23-J e impedir así que Sánchez se adueñe del mensaje de que fue la izquierda la que triunfó en las elecciones, discurso en el que, pese a todo, siguió insistiendo esta mañana al señalar que "solamente hay una mayoría parlamentaria posible, una mayoría progresista liderada por el Partido Socialista".
Sánchez ya se había puesto la venda antes de la herida y aseguró que decidiera lo que decidiese el Rey contaría "con el respeto y el respaldo" del PSOE, aunque subrayando que, aunque "las contorsiones" de Feijóo para optar a una investidura "son perfectamente legítimas", serán "baldías", vaticinando que se dará "de bruces contra la realidad".
Lo cierto es que la candidatura de Feijóo para intentar formar un Gobierno en solitario tiene pocos o ningún viso de prosperar ante el previsible rechazo en tromba del bloque progresista; esto es, de los 178 diputados que otorgaron al PSOE al presidencia del Congreso. El apoyo de Vox, UPN y CC es insuficiente contra esa marea, en un momento además en que su relación con el partido de Santiago Abascal atraviesa horas bajas. De hecho, en la víspera Vox había dejado en suspenso su apoyo a Feijóo, ahora condicionado a que los populares no colaboren, "ni por acción ni por omisión, en el cordón sanitario que -denuncia- se quiere levantar" contra el partido y a que el PP defienda y ponga "en valor públicamente" sus acuerdos con los de Abascal en cinco autonomías y en más de cien ayuntamientos.
Feijóo ha respondido hoy a las demandas del partido de Abascal agradeciéndole expresamente su "apoyo sin exigencias" y resaltando que el PP, pese a las "discrepancias y malos entendidos", mantiene con Vox "una relación de normalidad democrática en el objetivo compartido de proteger nuestra nación y defender la Constitución", incluidos las CCAA y los ayuntamientos en que gobiernan juntos.
Con la elección de Feijóo, que prevé iniciar contactos con los grupos desde el próximo lunes, se pone en marcha de nuevo el reloj electoral. Será la presidenta del Congreso, Francina Armengol, quien deberá fijar la fecha del debate de investidura, una vez constituidos los grupos parlamentarios y designados sus portavoces como paso previo a la celebración de sesiones plenarias. Teniendo en cuenta que el plazo para la constitución de grupos concluye el viernes, lo previsible es que el debate no se celebre hasta septiembre.
A partir de ahí, si el debate de investidura de Feijóo resultara fallido, como parece probable, se abriría un plazo de dos meses desde la primera votación para que optase el candidato en espera, Pedro Sánchez, cuyas posibilidades de reelección dependen de Junts, el partido del prófugo Carles Puigdemont. Si su investidura también naufragara, y agotados esos dos meses, la Cortes se disolverían y España iría a unas nuevas elecciones que, con probabilidad, caerían cerca de las fiestas navideñas.
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