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El mandatario israelí afirmó y arremetió contra lo que llamó una “presión artificial” para aceptar un Estado palestino en la comunidad global
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, pronunció este viernes un discurso cargado de tensión en la Asamblea General de Naciones Unidas, en el que reafirmó la determinación de su país de continuar la ofensiva en Gaza hasta desmantelar por completo a Hamás. Con un tono desafiante, insistió en que “Israel debe terminar el trabajo lo más rápido posible”, al tiempo que acusó a quienes promueven el reconocimiento de Palestina de “alentar el terrorismo contra los judíos y contra gente inocente en todo el mundo”.

Netanyahu empleó recursos visuales para reforzar su mensaje: exhibió un mapa al que llamó “The Curse” y portó un pin con un código QR que dirigía a información sobre los ataques del 7 de octubre. En una maniobra poco usual, ordenó que su discurso fuese retransmitido en Gaza mediante altavoces y teléfonos móviles, buscando enviar un mensaje directo a los habitantes del enclave y a los combatientes de Hamás. “Nuestras valientes hermanas y hermanos, no los hemos olvidado ni por un segundo. No descansaremos hasta traerlos de vuelta”, dijo en alusión a los rehenes aún retenidos.
El líder israelí lanzó un ultimátum a Hamás: “Si se rinden, vivirán; si no, Israel los cazará”. Además, arremetió contra lo que llamó una “presión artificial” para aceptar un Estado palestino, afirmando que Israel no reconocerá una entidad que, en sus palabras, premie el terrorismo y busque su destrucción. Netanyahu acusó a quienes promueven esa salida de ignorar las realidades de seguridad en la región y reiteró que las resoluciones unilaterales de la ONU no lograrán la paz.
El discurso estuvo rodeado de un ambiente hostil. Decenas de delegados y diplomáticos abandonaron el auditorio cuando Netanyahu tomó la palabra, en un gesto de protesta contra la conducción israelí de la guerra en Gaza y las acusaciones de crímenes de guerra. La Corte Penal Internacional mantiene vigente una orden de arresto contra el primer ministro, lo que obligó a su avión a trazar una ruta inusual para evitar países que pudieran ejecutar la detención.
Su mensaje buscó proyectar fortaleza hacia dentro y hacia fuera. En lo interno, Netanyahu transmitió una señal de respaldo a las familias de los rehenes y a una población israelí exhausta tras meses de conflicto, no solamente en Gaza, pero también contra Iran. Hacia el exterior, buscó reafirmar que su país no cederá a la presión internacional ni al creciente aislamiento diplomático, en un momento en que varios países alrededor del mundo han reconocido formalmente al Estado palestino.
El discurso fue interpretado como parte de una estrategia de guerra psicológica hacia Hamás y de propaganda política hacia la comunidad internacional. La insistencia en “terminar el trabajo” refleja la voluntad de prolongar las operaciones en Gaza pese al costo humanitario y diplomático, mientras Israel enfrenta críticas cada vez más fuertes sobre el número de víctimas civiles y la devastación en el enclave.
En Nueva York, la imagen que quedó fue la de un líder firme en su discurso y determinado a cumplir sus promesas militares de vencer a sus enemigos de la región, pero al mismo tiempo, cada vez más aislado en la escena global.
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