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Sólo desde la noche del jueves hasta la tarde del viernes se sucedieron unas 50 réplicas adyacentes a Pedernales y Manta, las ciudades más golpeadas por el sismo de 7,8 de magnitud que ha dejado, además, 130 desaparecidos, unos 12.500 heridos, más de 26.000 albergados y millonarias pérdidas.
"Cuando empezó a temblar nos pusimos a rezar", dijo Alex Bachón, un albañil de 43 años en Guayaquil, mientras sanaba las grietas que dejó el terremoto en un hotel de la ciudad.
"Todos estábamos muy asustados. Nunca había vivido algo como esto", agregó en la ciudad más grande del país, donde también sintieron las réplicas a pesar de estar a unos 350 kilómetros al sur del epicentro, cerca del poblado costero de Pedernales.
Desde que el terremoto golpeó las costa ecuatoriana la noche del sábado se han producido más de 700 réplicas, obligando a unos a salir despavoridos de sus casas y, a otros, a dormir a la intemperie por temor a que sus ya maltrechos hogares cedan.
"Las réplicas seguirán pasando por algunas semanas, mantengamos la calma", pidió el subsecretario de Gestión de Riesgos de Ecuador, Ricardo Peñaherrera.
En Pedernales y Portoviejo, al borde de las cálidas aguas del Pacífico norte, las labores de limpieza continuaban y, entre cerros de escombros, maquinaria pesada se preparaba para demoler las viviendas que quedaron inhabitables.
Según el presidente Rafael Correa el país necesitaría hasta US$3.000 millones para la reconstrucción de las zonas devastadas, por lo que propuso a mitad de semana un aumento temporal de impuestos, la venta de activos no prioritarios y la emisión de bonos en el mercado internacional.
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