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Los cuatro grandes de la UE a 27 se comprometen a liderar la Europa de varias velocidades

lunes, 6 de marzo de 2017
Foto: EFE
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Expansión - Madrid

Cuando los británicos votaron a favor de salir de la Unión Europea en junio del año pasado, se abrieron varios escenarios posibles: que el Brexit supusiera la desintegración del club, que la salida del socio díscolo eliminara obstáculos a una mayor integración gradual entre el resto, que el miedo a perder lo logrado en los últimos 60 años ejerciera de fuerza catártica para avanzar rápidamente... Pero todos esos escenarios partían de una idea transversal: la UE postBrexit sería distinta a la UE preBrexit. Y no solo porque fuera a haber un país menos. Hoy en Versalles, los líderes políticos de los cuatro grandes países de la nueva UE a 27 han dejado claro por dónde quieren que vayan los tiros: la Europa de las varias velocidades, en las que unos países avanzan en la integración política y económica, mientras que otros quedan rezagados pero con la puerta abierta a unirse cuando lo consideren oportuno. Las áreas prioritarias: defensa, seguridad, política exterior y economía.

El presidente francés, François Hollande, ha ejercido de anfitrión de la canciller alemana, Angela Merkel; del primer ministro italiano, Paolo Gentiloni y del presidente español, Mariano Rajoy. Entre los cuatro representan a 256 millones de ciudadanos, exactamente el 50% de los 510 millones que viven ahora mismo en la UE y el 57% una vez que abandonen el club los 65 millones de británicos. En términos económicos su peso es aún mayor. Alemania, Francia, Italia y España suponen ahora mismo el 54% del PIB de la UE y el 65% si no se tiene en cuena el Reino Unido. Y luego, aunque a algunos diplomáticos les incomoda reconocerlo, está la enjundia histórica del grupo reunido ayer en Versalles: el eje franco-alemán, motor de la integración europea; Italia como país fundador y España, una de las más claras historias de éxito del proyecto.

El mensaje ha sido claro para quien quisiera escucharlo. Primero fue la Comisión Europea, que lanzó la semana pasada un Libro Blanco para la UE a 27 en el que esbozaba varios escenarios posibles. Uno de ellos: la UE a varias velocidades. El Ejecutivo no se posicionaba por ninguno, pero el pase al hueco estaba lanzado ya.

El balón salió el miércoles pasado de Bruselas y lo recogieron ayer Merkel, Hollande y Rajoy en Versalles. "Tenemos que tener el valor de aceptar que algunos países puedan avanzar más rápido que otros", dijo Merkel. "Unidad no significa uniformidad [...] algunos querrán ir más rápido y otros más lento [...] los países que no lo hagan que no se opongan", anticipó Hollande. "Me gusta la opción que apuesta por más y por mejor integración. Europa debe mirar lejos [...] España está dispuesta a ir más allá en la integración con todos los que quieran seguir más allá en la integración", remató Rajoy. Todo ello a tres días de que comience el próximo jueves una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE en Bruselas.

Idea principal: los cuatro grandes avanzarán en una política de defensa común, en seguridad y lucha antiterrorista, en política exterior y migratoria y en la unión económica y monetaria.La puerta quedará abierta para quien quiera sumarse, bien ahora, bien más adelante. Dardo entre líneas: si a algunos países de Europa del Este no les gusta, tendrán que aguantarse.

La opción de la UE a múltiples velocidades causa urticaria en los líderes de países como Hungría, Polonia, República Checa o Eslovaquia -el conocido como Grupo de Visegrado-, temerosos de que esto acabe generando europeos de primera, segunda o incluso tercera y cuarta categoría.

Hasta ahora, en las grandes políticas de la Unión, siempre se había tenido en cuenta ese recelo. De hecho, la opción de avanzar a varias velocidades es legalmente posible y ya está ocurriendo de facto, con la zona euro, pero siempre se había evitado aplicarla a otras grandes políticas, como la defensa, la seguridad o la política exterior. Pero ahora las cosas han cambiado, tanto en el interior como en el exterior.

En el interior, la salida del Reino Unido ha enfrentado a la UE frente a sus propias debilidades e incoherencias y obliga a dar una respuesta. Además, Merkel ha sentido como una traición que los países del Este no quisieran colaborar con la acogida de refugiados. "No se puede querer mucha Europa para fondos estructurales pero escurrir el bulto cuando no interesa", resumían la semana pasada fuentes diplomáticas.

En el exterior, Donald Trump en la Casa Blanca obliga a replantear cosas que se han dado por hechas durante décadas, como que EEUU acudirá en defensa de Europa cuando esta lo necesite; la Rusia Vladimir Putin quiere recuperar su influencia perdida tras la disolución de la URSS y China reclama que su peso geopolítico se equipare al económico y demográfico.

Llega la hora de la verdad. La segunda década del siglo XXI agoniza entre el auge del populismo, del aislacionismo, del nacionalismo y del proteccionismo económico. Una cadena de "ismos" cuya combinación en el pasado ha dado lugar a algunos de los episodios más negros de la humanidad, incluidas dos guerras mundiales. La UE está obligada a reinventarse y buscar su sitio en ese tablero.

((Lea:Merkel visitará la Casa Blanca a mitad de mes))

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