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Inteligencia Artificial
Empresas como Meta, OpenAI y xAI están cerrando acuerdos gigantescos con bancos y fondos de inversión
La carrera por desarrollar inteligencia artificial a gran escala está moviendo tanto dinero que las grandes tecnológicas han tenido que recurrir a estructuras financieras poco habituales para seguir construyendo infraestructura. Empresas como Meta, OpenAI y xAI están cerrando acuerdos gigantescos con bancos y fondos de inversión, diseñados para repartir el riesgo y asegurarles acceso constante a capital, incluso en un contexto donde los costos crecen más rápido que los ingresos.
Un ejemplo es el proyecto Hyperion, el enorme centro de datos que Meta construye en Luisiana. Allí, el fondo Blue Owl entró como socio mayoritario, aportando cerca de US$3.000 millones y quedándose con 80% de la propiedad, mientras Meta conserva 20% correspondiente a lo ya invertido. El resto del financiamiento provino de una emisión de bonos por unos US$27.000 millones, gran parte adquiridos por Pimco. De esta manera, la deuda se carga a la empresa conjunta y no al balance de Meta, lo que le permite continuar invirtiendo sin aumentar de forma directa su propio endeudamiento.
Sin embargo, este acuerdo incluye una protección inusual: Meta mantiene la opción de dejar de usar el centro de datos cada cuatro años sin que ese contrato aparezca como deuda a largo plazo. A cambio, si alguna vez decide retirarse, se compromete a cubrir cualquier déficit que resulte al vender el activo, garantizando que tanto los bonistas como Blue Owl recuperen lo suyo. Esa cláusula muestra hasta qué punto las tecnológicas buscan flexibilidad para manejar sus riesgos, mientras transfieren parte de la presión a los inversionistas.
Este tipo de movimientos no se limita a Meta. Otro acuerdo involucra a OpenAI y Oracle, financiado por un sindicato de más de 30 bancos. Las compañías necesitan ampliar centros de datos, adquirir chips de alto rendimiento y asegurar el acceso permanente a energía y hardware, todo en volúmenes que superan con creces los esquemas de inversión tradicionales.
La apuesta trae beneficios y riesgos. Por un lado, los inversionistas están entrando en operaciones con rendimientos más altos que los bonos corporativos convencionales. Pero también existe inquietud sobre qué ocurrirá cuando pase el entusiasmo por la IA o si la economía entra en una fase prolongada de desaceleración. Más deuda implica mayores costos financieros y menor margen de maniobra.
Como advirtió Dan Ivascyn, director de inversiones de Pimco, los acuerdos actuales son mucho más grandes y complejos que los de ciclos anteriores, y se están firmando en un momento donde no se ha vivido una recesión sostenida en años. Para Wall Street, los megadeals de IA pueden ser una oportunidad histórica —o una fuente futura de tensiones financieras si la euforia tecnológica se enfría.
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