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Desde que el pasado 23 de junio se produjera finalmente el brexit, la divisa británica ha iniciado un recorrido a la baja que la lleva ya a depreciarse más de un 12%. La libra, que justo antes del referéndum había escalado hasta los 1,48 billetes verdes –sus máximos anuales– se encuentra inmersa en una tendencia bajista con la que es incapaz de remontar desde niveles de 1985. Este fuerte descenso en la moneda del país también está teniendo consecuencias para su propia economía.
Hoy, los datos de inflación del mes de julio se situaron en el 0,6%, su mayor nivel desde noviembre de 2014. La debilidad de la divisa, que provocó una ligera caída de los alimentos respecto al año pasado, está contribuyendo a elevar una tasa que, aunque necesaria, también acabará presionando al poder adquisitivo de los consumidores.
Mike Prestwood, economista de la ONS (Instituto Nacional de Estadística de Reino Unido) asegura que, aunque no hay un impacto “obvio” en el IPC por el resultado del referéndum británico, los datos de precios a la producción “sugieren que la caída de la libra está empezando a presionar a los precios de las importaciones a las que tienen que hacer frente las empresas”.
Sin embargo, no solo del brexit están alimentándose las cotizaciones de las divisas. De hecho, el culpable de los últimos movimientos en este mercado es el dólar y su continuada debilidad, algo que a la divisa británica le está beneficiando. “El nivel que se le ve a la libra en los próximos meses es entre ese bajo que tocó de US$1,28 y un alto de US$1,35. Es un rango muy amplio porque la libra todavía tiene que perder peso, pero también lucha con el dólar, que se sigue debilitando”, afirma Ramón Morell, director de ETX Capital.
Hoy, el billete verde ha alcanzado su nivel más bajo desde 2013, cayendo por momentos por debajo de los 100 yenes. El detonante de este movimiento fueron las declaraciones de John Williams, presidente de la Reserva Federal de San Francisco, quien aseguró que los bancos centrales deberían elevar sus objetivos de inflación. Esto, a ojos del mercado, supone un argumento más fuerte para mantener los tipos de interés sin cambios, lo que se suma, además, a los últimos datos macroeconómicos, que no dan lugar, precisamente, a una subida en el precio del dinero.
Pero la debilidad del billete verde no solo afecta a su economía, sino que también está contribuyendo a dar más alas a la divisa nipona. “El yen podría poner a prueba la barrera de los 100 billetes verdes debido al mayor ablandamiento del dólar”, apunta Ray Attrill, codirector de estrategia de divisas de National Australia Bank.
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