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Supermercados en Argentina.
El tributo era transitorio pero se quedó definitivamente y ningún gobierno lo deroga por el temor hacia su impacto en el recaudo
Argentina aplica un gravamen único en el mundo que encarece significativamente el precio de los alimentos. Se trata del Impuesto sobre Los Ingresos Brutos. Según un informe de Clarín, este tributo representa en promedio 8% del valor final que pagan los consumidores en el mercado interno.
El impuesto, originalmente transitorio y diseñado para recaudar divisas y regular precios, terminó trasladándose a toda la cadena de comercialización, lo que, desde la óptica de los críticos y analistas, terminó por afectar directamente a los bolsillos de los hogares.
En la práctica, un producto alimenticio que cuesta 100 pesos en góndola incluye 8 pesos provenientes de este tributo.
Mientras algunos sectores defienden las retenciones como fuente de ingresos fiscales, productores y economistas insisten en que distorsionan el mercado y encarecen la comida, generando un efecto regresivo sobre la población.
Los productores sostienen que se trata de un impuesto “antiguo” que no se utiliza en ningún otro país del mundo y que resta competitividad a la Argentina en el mercado global. Brasil, Uruguay y Paraguay, principales competidores en granos y carnes, no aplican este tipo de tributo.
La discusión sobre la eliminación de las retenciones ha estado presente en cada campaña electoral, pero ningún gobierno ha logrado dar el paso por temor al impacto fiscal inmediato. Mientras tanto, las familias argentinas continúan soportando el peso de un impuesto que, de manera indirecta, encarece los alimentos básicos.
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