Europa, en vilo por el referéndum sobre la independencia de Escocia

Si ganan los partidarios de mantener el statu quo, muchos funcionarios y políticos de Bruselas respirarán tranquilos. En cambio, si vence el sí, habrá que empezar a buscar soluciones a una enmarañada madeja política, económica, jurídica y diplomática: la relación a corto, medio y largo plazo de una Escocia independiente con la UE.

- ¿Cómo afronta la UE el referéndum escocés?

La Comisión, que tiene entre sus misiones vigilar el cumplimiento de los Tratados Europeos, está en modo de no injerencia y de "esperar y ver". En las últimas semanas se ha negado a repetir en público su posición oficial sobre qué ocurriría cuando una región de un Estado Miembro saliera de la UE, amparándose en esa voluntad de "no interferir" en asuntos internos de un Estado miembro.

- ¿Tiene la Comisión Europea una posición fijada?

Hasta ahora, la Comisión Europea solo se ha pronunciado sobre la interpretación general de los Tratados Europeos, pero no sobre el caso de Escocia en concreto. Sin embargo, su posición ha sido bastante tajante: "Una nueva región independiente, por el hecho de su independencia, se convertirá en un tercer Estado en relación a la Unión y, desde el día de su independencia, los Tratados ya no serán de aplicación en su territorio". Es decir, Escocia saldría de la UE y debería pedir la admisión.

- ¿Qué hará la Comisión Europea si sale el sí?

Si el referéndum escocés resulta favorable a la independencia, la Comisión Europea esperará a que el Reino Unido le presente un plan de acción detallado sobre cómo iría el proceso y, después, emitirá una decisión específica para el caso escocés, en función de lo establecido en los Tratados y de la voluntad política de los Veintiocho.

- ¿Cuánto duraría el proceso de (re)admisión?

En el mundo ideal de los separatistas escoceses, este proceso de admisión se haría coincidir con el periodo entre el hipotético 'Sí' y la fecha efectiva de independencia. Esto permitiría, en teoría, salir y entrar el mismo día. Los más optimistas hablan de 18 meses, pero los más pesimistas estiman que el proceso podría alargarse cuatro o cinco años, con la incertidumbre jurídica y económica que eso conlleva.

- ¿Se puede acelerar de algún modo?

Con voluntad política se puede hacer casi cualquier cosa en la UE, pero hay que tener en cuenta una cosa: para incluir a un nuevo Estado miembro en la UE, esa voluntad política debe de ser unánime. Ni un solo Estado puede disentir. Si hay unanimidad, la vía exprés para readmitir a Escocia en la UE pasaría por utilizar el método simplificado de modificación de Tratados (el artículo 48). El experto británico en ampliaciones de la UE; Graham Avery, defiende que Escocia, cuyos ciudadanos llevan cuarenta años siendo también ciudadanos de la UE, deberían poder acogerse a esa vía.

- ¿Es comparable el proceso escocés al catalán?

El jurista de la Universidad de Oxford, Sionaidh Douglas-Scott, afirma que la vía acelerada es posible porque Edimburgo está respetando su marco constitucional. Y, de hecho, concreta que en el caso de una declaración unilateral de independencia, sería "poco probable" que eso fuera posible. Y ésta, en la práctica, es la única que puede aspirar a una transición no traumática en la relación del nuevo Estado independiente y la UE. Pero a eso hay que añadir un elemento clave: cualquier nueva incorporación a la UE -ordinaria o acelerada- requiere de unanimidad. Es decir, la principal diferencia entre Edimburgo y Barcelona es que unos cuentan con el beneplácito de su capital y los otros con la oposición.

Por ello, la cuestión que afrontaría una Escocia independiente no sería tanto si podría acceder a la UE, sino cuándo lo haría. Sería difícil que incluso aquellos países sometidos a fuerzas centrífugas, como España, se negaran a apoyar un proceso respaldado por Londres. Pero una Cataluña declarada unilateralmente independiente sería algo totalmente distinto. Ese hipotético nuevo Estado tendría que empezar de cero. Y con al menos un veto difícil de levantar: el de Madrid.