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LEGISLACIÓN

El escuadrón de exmilitares que está detrás del ascenso de Bolsonaro en Brasil

martes, 23 de octubre de 2018

Augusto Heleno Ribeiro Pereira, de 70 años, podría ser el próximo ministro de Defensa de Brasil

Reuters

El hombre que probablemente será el próximo ministro de Defensa de Brasil saludó a dos reporteros que esperaban fuera de un salón y luego, amablemente, los invitó a abandonar el lugar.

"Me disculpo", dijo antes de volver a una pequeña sala de conferencias en Brasilia. "Por orden de (el candidato presidencial Jair) Bolsonaro, hay silencio de radio hasta que la elección haya terminado".

El hombre en cuestión es Augusto Heleno Ribeiro Pereira, de 70 años, un general de cuatro estrellas retirado del Ejército.

Es posible que pronto se escuche mucho más de él y de un grupo de militares retirados de alto rango que se preparan para ayudar a gobernar la cuarta democracia más grande del mundo. Su ascenso preocupa a muchos por la posibilidad de que vuelvan las épocas en las que los militares tomaban las decisiones en Brasil.

Heleno es el decano de un pequeño grupo de generales en retiro detrás del ascenso de Bolsonaro, quien según las encuestas vencerá en el balotaje del domingo al candidato izquierdista Fernando Haddad gracias a sus promesas de acabar con la delincuencia y la corrupción.

La mayor parte del círculo íntimo de Bolsonaro ha mantenido estrechos vínculos con el actual liderazgo militar de Brasil. Por ejemplo, Antonio Hamilton Mourão, un general de cuatro estrellas que es su compañero de fórmula, se retiró del servicio activo en febrero.

Los altos mandos militares se han mantenido alejados de la política tras el fin de la dictadura que gobernó Brasil por 21 años hasta 1985.

Pero los altísimos niveles de delincuencia callejera y la corrupción de la clase política han animado a los exlíderes militares a participar en el proceso electoral. Y si bien algunos brasileños desconfían de lo que consideran una invasión al espacio civil, otros dan la bienvenida al cambio.

"Hay una conciencia entre el público de que los militares pueden poner la casa en orden", dijo Heleno a principios de este año. "Somos conscientes de que un golpe no es el camino a seguir. El camino será la elección".

Durante más de un año, Heleno y una decena de generales retirados y académicos conservadores, conocidos como el Grupo Brasilia, se han reunido semanalmente en una sala de conferencias sin identificación del Hotel Imperial de Brasilia, a pocos kilómetros del palacio presidencial.

Alrededor de una mesa negra, con café servido en tasas de porcelana y rodeados de sillones burdeos, el grupo ha desarrollado estrategias y tratado de modelar a Bolsonaro, un candidato conocido por sus arrebatos homofóbicos, misóginos y racistas.

En entrevistas recientes con Reuters, los miembros del Grupo Brasilia rehuyeron detalles específicos de cómo sería un gobierno de Bolsonaro. En cambio, hablaron consistentemente sobre la ley. Casi 64.000 personas murieron en hechos violentos el año pasado en Brasil, la mayor cantidad en el mundo.

Brasil todavía busca dejar atrás un gigantesco escándalo de corrupción que envuelve a la cúpula política y empresarial del país.

Muchos brasileños respaldan la posibilidad de un gobierno de mano dura de Bolsonaro, quien sumó más de 49 millones de votos en la primera vuelta electoral y quedó muy cerca de la mayoría que habría evitado un balotaje con Haddad.

"El crimen organizado gobierna Brasil en este momento", dijo Kenyson Santos, un trabajador minorista de 24 años que vive en la capital. "¿Crees que me preocupa que los militares tomen el poder? Dada nuestra realidad, serían una gran alternativa".

Pero muchos otros están alarmados por el posible retroceso hacia un gobierno autoritario, incluso si se da a través de las urnas y no con tanques en las calles.

¿ORDEN Y PROGRESO?

Bolsonaro ha servido durante casi tres décadas en el Congreso, pero nunca ha destacado demasiado. A menudo ha elogiado al Gobierno militar que llegó al poder en 1964 como parte de un golpe de Estado que derrocó a un gobierno de izquierda.

Los eventos explosivos en Brasil en los últimos cinco años allanaron el camino para su ascenso. En 2013, millones de personas salieron a las calles para protestar por los altos impuestos, los pésimos servicios y la corrupción en la clase política.

Y la elección presidencial de 2014 dividió el país. La izquierdista Dilma Rousseff derrotó por poco a su rival conservador, pero a los dos años sería destituida por violar las leyes presupuestarias.

Al mismo tiempo, una investigación sobre Petrobras destapó un escándalo de corrupción que cambió el mapa político y empresarial de Brasil. Además, una fuerte recesión devastó la economía.

Ante esa situación Bolsonaro, quien no se ha visto salpicado por acusaciones de corrupción, percibió una oportunidad para posicionarse como un candidato limpio que podría gobernar el país con una disciplina rígida, de acuerdo al Grupo Brasilia.

Bolsonaro no es el único militar que entró en la política. Uno de sus confidentes, el general en retiro del Ejército Paulo Chagas, dijo que él también se sintió inspirado a postularse para el cargo.

Este mes fracasó en su intento de convertirse en gobernador de Brasilia, pero predice que Bolsonaro será presidente.

Bolsonaro ha abogado por una mayor libertad para que la policía dispare a presuntos delincuentes y quiere que el Ejército ayude a eliminar a las bandas de narcotraficantes que controlan los barrios marginales en las ciudades más grandes de Brasil.

Los políticos corruptos también están en la mira. Chagas dijo que si gana, Bolsonaro profundizaría las investigaciones que descubrieron un extenso esquema de sobornos en las obras públicas. "Los corruptos pagarán por el daño que le hicieron a la nación", destacó.

Los conceptos duros están teniendo un efecto escalofriante. Más de una docena de funcionarios gubernamentales y miembros de grupos civiles que hablaron con Reuters dijeron que en la postura de Bolsonaro hay ecos de dictadura.

"Yo viví en la época del régimen. Lo siento en la atmósfera, en la energía en el aire. Se está empezando a sentir lo mismo", dijo un funcionario de alto rango del Poder Ejecutivo, quien se negó a ser nombrado citando temor a represalias del nuevo gobierno. "Es la peor situación que se pueda imaginar".

En el Hotel Imperial, los también miembros del Grupo Brasilia Oswaldo Ferreira y Alessio Ribeiro Souto -que probablemente será el próximo ministro de Educación-, acordaron hablar con Reuters.

Vestidos con vaqueros planchados y camisas limpias, los hombres se mostraron corteses y formales, en un marcado contraste con la jerga popular y a menudo ofensiva de Bolsonaro. Ellos y otros miembros del grupo han trabajado para atemperar el discurso del candidato, aconsejándole que hable con calma ante la prensa.

Ferreira y Souto enfatizaron que son simples técnicos que trabajan a las órdenes de Bolsonaro y que no están involucrados en las operaciones del día a día de la campaña.

Ferreira, quien se retiró en 2017, pasó su carrera construyendo caminos y puentes para el Ejército, principalmente a través de la selva amazónica. Sostiene que un gobierno de Bolsonaro se enfocaría en terminar cientos de proyectos que otros no han podido completar.

Souto, en tanto, es un general de tres estrellas retirado que supervisó el centro de tecnología del Ejército. Dijo que instaría a que se enseñe el creacionismo en las escuelas de Brasil junto con la evolución, parte del plan de Bolsonaro de reformular la educación para complacer a su gran base de conservadores religiosos.

Souto comparte la opinión de Bolsonaro de que los libros de historia escolar de la nación deberían calificar al período 1964-85 como un movimiento para combatir el comunismo y no como una dictadura.

Esta vez, el cambio se dará a través de los votos y no de una toma de posesión militar, prometió Souto.

"El único instrumento que sabemos que podemos usar para obtener paz y armonía es la democracia", relató. "Y sus pilares son la libertad, la verdad, el coraje y la moral"

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