Colombia en la Alianza del Pacífico

Se llegó una fecha clave para la Alianza del Pacífico. Hoy 23 de mayo será el día en que este ambicioso proyecto integrador y liberalizador del comercio cumpla un paso más hacia la concreción de un proyecto indivisible de diálogo con los principales actores de la gran cuenca del Océano Pacífico. El encuentro, iniciado dos días atrás con el intercambio entre las respectivas comisiones (ministros, equipos técnicos y delegaciones empresariales), es una nueva oportunidad para que la institucionalidad colombiana demuestre sus habilidades para el liderazgo en los procesos de inserción en el sistema internacional.

Precisamente le corresponde a Colombia ser el Estado protagonista de la VII Cumbre, no sólo por el hecho de que ésta se desarrolla en una ciudad colombiana (Cali), sino por lo que significa recibir la presidencia pro témpore y la necesidad de que las grandes tareas lleguen a feliz término en los tiempos establecidos.

Es una oportunidad de oro para la diplomacia y el aparato burocrático del país. Es momento de insistir en demostrar el liderazgo regional que en ocasiones recientes pudo percibirse del país.

Tal como se citó en un reciente análisis sobre el tema en esta misma sección, con la Alianza del Pacífico se hace referencia a un acuerdo entre democracias estables y sólidas que aspira madurar en mercado común; es decir, llegar hasta el cuarto nivel de integración en la pirámide económica de esta clase de procesos. Los niveles anteriores de acuerdos parciales (preferenciales), libre comercio y unión aduanera deberán quedarse atrás en menos de una década y dar paso al libre flujo de personas, bienes, servicios y capitales, por el territorio de sus miembros (Colombia, Chile, México y Perú, y próximamente Costa Rica). El gran objetivo de la Alianza es incrementar su atractivo a las inversiones de capital y con ello seguir disminuyendo las tasas de desempleo de la zona, que hoy están en buen nivel, con excepción de la colombiana (México 5,01%; Perú 5,6%; Chile 6,2%; Colombia 10,2%).

El liderazgo de Colombia tendrá que hacerse notar en temas puntuales que están relacionados con las deficiencias comerciales a nivel regional, presentadas por la cantidad de acuerdos y el complejo entramado económico y de incumplimientos que rodea a procesos de integración como la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (Mercosur). Además, Colombia deberá ejercer presión para hacer efectivo el tema de la unificación de embajadas, útil a los cuatro Estados en diferentes países asiáticos. La unión de misiones diplomáticas traería beneficios económicos directos y mejores posibilidades de diálogo con el nuevo eje del desarrollo mundial.

En esta reunión, que cuenta con la participación de la Unidad de Inteligencia de The Economist, urge que el presidente Juan Manuel Santos saque a relucir todo su potencial diplomático, técnico y pragmático para hacerse líder real del “nuevo super poder latinoamericano”, como ha sido denominada la Alianza por James McKeigue del de la revista MoneyWeek en el Reino Unido. Claramente acá el asunto no es de carisma, sino de acción y ejecución.

Sumado a ello, los movimientos y acciones del ministro Sergio Díaz-Granados, junto con todo el potencial que pueda desplegar Proexport (en cabeza de María Claudia Lacouture), son la vía para aminorar las voces negativas que rodean el entorno organizacional del acuerdo integrador que, por cierto, no es un tratado de libre comercio (TLC) más, como en múltiples escenarios se ha querido interpretar. En este aparte es claro que la retórica debe quedarse atrás, y quizá desarrollarla en torno a la lentitud de los demás procesos de integración, de tan baja prosperidad en América Latina.