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Los asesores creen que es más probable que el gobierno de Trump imponga aranceles más altos en sectores específicos en los que China tiene un gran superávit con Estados Unidos, como el acero y los muebles, o en las empresas estatales.
China podría responder con acciones tales como encontrar proveedores alternativos de productos agrícolas o maquinaria y bienes manufacturados, reduciendo al mismo tiempo sus exportaciones de productos básicos de consumo como teléfonos móviles o portátiles.
Otras opciones incluyen aplicar impuestos u otras restricciones a las grandes empresas estadounidenses que operan en China o limitar su acceso al creciente sector de servicios del país, agregaron.
Pekín ha sido objetivo particular de la retórica de Trump durante la campaña electoral del año pasado, y los funcionarios creen que algunas fricciones son inevitables debido al gran superávit comercial de China, según varias fuentes involucradas en las discusiones internas.
La Oficina de Información del Consejo de Estado de China, el brazo de relaciones públicas del gobierno y el Ministerio de Comercio no devolvieron las solicitudes de comentarios.
"Todavía hay espacio para que ambas partes resuelvan los problemas a través de la cooperación y la consulta, en lugar de recurrir sólo a represalias", dijo un asesor de política que habló bajo condición de anonimato. "Pero debemos tener planes en caso de que las cosas salgan mal".
El primer ministro Li Keqiang dijo la semana pasada que Pekín no quería entrar en una guerra comercial con Estados Unidos e instó a las conversaciones entre ambas partes para lograr un terreno común.
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