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La decisión de Canadá de tomar represalias contra los aranceles estadounidenses a principios de este año parece estar generando una divergencia
La decisión de Canadá de tomar represalias contra los aranceles estadounidenses a principios de este año parece estar generando una divergencia en cómo el presidente Donald Trump trata con los vecinos de Estados Unidos.
Hasta esta semana, Canadá y México recibían un trato similar en las medidas comerciales de la Casa Blanca. Ambos países estaban sujetos a un arancel base de 25%, con una amplia exención para las mercancías exportadas al amparo del T-MEC.
Eso cambió el jueves, cuando Trump otorgó a México una pausa de 90 días en el aumento de aranceles, al tiempo que incrementó el impuesto a los productos canadienses 35%. El gobierno afirmó que el aumento de la tasa en Canadá era una respuesta al tráfico de fentanilo y a sus medidas para contraatacar con aranceles.
La situación deja al primer ministro Mark Carney ante un dilema político. Por un lado, ganó las elecciones prometiendo una estrategia contundente para la guerra comercial, afirmando que el gobierno usaría aranceles para causar el máximo daño posible en Estados Unidos. Sus votantes lo recuerdan, y algunos quieren que contraataque.
Sin embargo, las medidas de represalia ya adoptadas no lograron evitar nuevas escaladas. Al contrario, parecen haber envalentonado al equipo de Trump para atacar con mayor dureza.
Los funcionarios de la administración estadounidense, incluido el secretario de Comercio, Howard Lutnick, hablan con frecuencia de cómo solo dos países tomaron represalias contra los aranceles de Trump: el otro fue China.
“Las medidas comerciales de represalia de Canadá contra Estados Unidos complican aún más los esfuerzos bilaterales para abordar esta creciente crisis de drogas”, declaró la Casa Blanca en una hoja informativa, haciendo referencia al fentanilo. Sin embargo, México es una fuente mucho mayor de envíos de esta droga a Estados Unidos, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
Carney, economista y exbanquero central, también ha dejado claro que cree que las represalias tienen un alcance limitado. De hecho, su gobierno ha diluido los aranceles de Canadá con varias exenciones, se ha negado a aumentarlos cuando Estados Unidos elevó los aranceles al acero y al aluminio al 50% y ha eliminado un impuesto a los servicios tecnológicos a petición de Trump.
Dominic LeBlanc, el ministro canadiense a cargo de las negociaciones comerciales, dijo a Radio-Canadá el viernes que el gobierno no ha tomado ninguna decisión sobre nuevas represalias.
Pero Carney claramente se muestra reacio a hacerlo, lo que "refleja la realidad de que se entiende que los contraaranceles son económicamente perjudiciales para el país que los impone", dijo David Collins, profesor especializado en comercio internacional en City St George's, Universidad de Londres.
La prioridad del gobierno es mantener la exención del T-MEC, que reduce drásticamente el impuesto real sobre los productos canadienses. El arancel efectivo de EE. UU. sobre Canadá es de aproximadamente el 6,3 %, según economistas del Banco de Nueva Escocia.
"Un enfoque más diplomático probablemente dará más frutos con los estadounidenses", dijo Collins.
Canadá impuso dos rondas de contraaranceles en marzo, cuando Justin Trudeau se encontraba en sus últimos días como primer ministro. La primera impuso aranceles del 25% sobre aproximadamente US$21.800 millones en importaciones procedentes de Estados Unidos, que incluían alimentos, ropa y motocicletas. La segunda se produjo cuando Trump impuso aranceles al acero y al aluminio.
Luego, cuando Trump añadió aranceles a los automóviles extranjeros, Carney esencialmente igualó esa medida, imponiendo tarifas similares a los automóviles y camiones estadounidenses.
Pero a mediados de abril, el gobierno anunció una serie de exenciones para insumos empresariales: bienes importados para su uso en la manufactura y el envasado de alimentos, así como artículos necesarios para la atención médica y la seguridad pública. Fabricantes de automóviles como General Motors Co. y Honda Motor Co., que fabrican vehículos en plantas canadienses, también pudieron beneficiarse de exenciones de impuestos de importación.
La gran mayoría de los productos estadounidenses aún pueden ingresar a Canadá sin aranceles. Empresas y otras entidades estadounidenses exportaron alrededor de US440.000 millones en bienes y servicios a Canadá el año pasado, más que a cualquier otro país.
Para Canadá, “la lógica para la escalada en lugar de la cooperación es simplemente débil”, dijo Oliver Lavelle, estratega macroeconómico global de Thiel Macro LLC.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, por el contrario, nunca ha impuesto aranceles contra Estados Unidos.
La postura de Sheinbaum también se ve respaldada por sus altos índices de aprobación, que se han mantenido por encima de 75% en la mayoría de las encuestas. "Cabe decirlo: el presidente Trump nos trata con respeto en todas las llamadas que hemos tenido, y nosotros también", declaró durante una conferencia de prensa. "Puede que no estemos de acuerdo, pero el trato es respetuoso".
Un comunicado emitido el jueves por la noche por la oficina de Carney expresó su decepción por el aumento de aranceles impuesto por Trump a Canadá, pero no mencionó represalias. Un portavoz de Carney declinó hacer más comentarios.
LeBlanc dijo que se reunió con Lutnick el martes por la noche y que los funcionarios canadienses mantuvieron otras reuniones durante la semana, pero que "aún no se veía" un acuerdo aceptable para ambas partes.
En su declaración, Carney reconoció que la madera, el acero, el aluminio y los automóviles todavía están sujetos a impuestos estadounidenses y dijo que su gobierno “actuará para proteger los empleos canadienses, invertir en nuestra competitividad industrial, comprar productos canadienses y diversificar sus mercados de exportación”.
'Nervios'
Pero si bien la exención del T-MEC le da a Canadá cierto margen de maniobra, los aranceles sectoriales sobre el acero y el aluminio siguen siendo perjudiciales y afectarán el crecimiento económico si permanecen vigentes durante mucho tiempo, dijo Collins.
Avery Shenfeld, economista jefe del Canadian Imperial Bank of Commerce, dijo que la idea de que Canadá está saliendo airoso es "exagerada y potencialmente prematura".
Las industrias canadienses dependen más de las exportaciones estadounidenses que sus competidores extranjeros, y Trump también podría optar por debilitar la exención del T-MEC en cualquier momento, dijo en una nota a los inversores.
“Aún tenemos esperanza de un acuerdo que alivie al menos parcialmente la presión sobre los exportadores de metales básicos”, dijo Shenfeld. “Pero que esto perdure dependerá de la palabra de Trump, y hemos visto lo frágil que puede ser esa base, lo que genera nerviosismo que podría afectar la inversión de capital y la confianza de las empresas”.
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