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"España es, de entre todas las economías del área del euro, la más rezagada" en la salida de la crisis del Covid, siendo su PIB el que más lejos continúa de los niveles previos a la irrupción de la pandemia
Así lo ha constatado este miércoles el Banco de España en la publicación de su Informe Anual, en el que anticipa que el tamaño de la economía española no regresará a los umbrales anteriores a la llegada del coronavirus al menos hasta "el tramo final de 2023". Eso en el mejor de los casos, pues el supervisor anticipa que ultima una nueva revisión a la baja de sus previsiones de crecimiento que publicará en junio.
"El nivel del PIB se encuentra más alejado de su nivel previo a la pandemia en España que en el resto del área del euro", reza el Informe Anual del Banco de España que, si bien admite que "todos los países experimentaron un fuerte retroceso de la actividad al comienzo de la pandemia, a raíz de los primeros confinamientos, así como un intenso repunte posterior", matiza que "las diferencias en términos de la distancia del PIB al final de 2021 con respecto al nivel precrisis son notables" en España. El PIB del país, detalla, cerró el primer trimestre de 2022 situándose un 3,4% por debajo del nivel previo al Covid, frente al área del euro que lo había rebasado en 0,4 puntos porcentuales.
Así, resume, mientras que Estados Unidos superó los niveles económicos anteriores al coronavirus en la primera mitad de 2021, y la zona euro a final de dicho ejercicio, de entre las grandes economías europeas "solo Francia y los Países Bajos alcanzaron en 2021 su nivel de actividad prepandemia, mientras que, según las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), se espera que Alemania e Italia lo hagan en 2022 y que España no lo consiga hasta 2023".
"Desde la perspectiva de las ramas de actividad, la brecha existente con el resto del área del euro refleja la especialización de la economía española en los sectores más afectados por la pandemia", destaca, citando el elevado peso de los servicios y, en concreto, de la hostelería y el turismo. En este marco, el supervisor admite que variables como el empleo o los ingresos públicos están teniendo un comportamiento mejor que el PIB, pero que otros como el consumo privado siguen por debajo de los niveles precrisis (un 6,3% por debajo frente al -2,5% de la zona euro).
A partir de ahí, la expectativa inicial era que, superada la etapa crítica de la pandemia y al calor de los fondos europeos del Plan de Recuperación, el PIB español experimentaría un mayor crecimiento en 2022. Sin embargo, la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero y el incremento de los precios al borde del doble dígito en marzo ya llevaron al Banco de España a recortar en abril su previsión de crecimiento del 5,4% al 4,5% y a duplicar su previsión de inflación para el año, hasta el 7,5%.
Apenas un mes después, el supervisor anuncia que ultima una nueva rebaja de sus proyecciones de avance del PIB, que hará públicas en junio, después de comprobar que el crecimiento del primer trimestre de 2022 se ralentizó del 2,2% al 0,3%, frente al 0,9% esperado.
"En ausencia de cualquier consideración adicional, el dato llevaría a una rebaja mecánica de aproximadamente medio punto porcentual en la tasa media de crecimiento del PIB de 2022", concreta el informe del supervisor, lo que arrojaría una rebajad e sus perspectivas de crecimiento al 4%, en línea con las publicadas el lunes por la Comisión Europea y por debajo ya del 4,3% que recoge el reciente cuadro macroeconómico del Gobierno.
"Si no se produjeran nuevas perturbaciones o un agravamiento de la guerra en Ucrania, esta eventual revisión de las proyecciones publicadas en abril seguiría siendo coherente con el mantenimiento de una senda de recuperación gradual en la economía española -que podría alcanzar los niveles de PIB previos a la pandemia en el tramo final de 2023- y con unas tasas de inflación que se mantendrían elevadas en los próximos meses, para posteriormente moderarse progresivamente", matiza el Banco de España, alertando del enorme grado de incertidumbre imperante.
Pacto de rentas ante la inflación
En el horizonte, de hecho, el supervisor identifica un buen puñado de riesgos que amenazan con empeorar esta evolución económica, entre las que destacan los efectos de la guerra de Ucrania, la persistencia de cuellos de botella en las cadenas de producción y suministro, el avance del precio de la energía y las materias primas, o los efectos indirectos y de segunda ronda de la galopante inflación.
El Banco de España dedica, de hecho, un capítulo completo de su informe anual a analizar el alza de precios, inédita en décadas, y sus implicaciones. En él, de una parte, asume que el encarecimiento de los precios de la energía comienza a moderar sus tasas de crecimiento, a lo que ha contribuido la prórroga de la rebaja fiscal eléctrica impulsada por el Gobierno y de la que se espera una mejora gracias al mecanismo de excepción ibérica pactado con Bruselas por España y Portugal.
Sin embargo, alerta, el incremento de precios ha ido calando también en los componentes menos volátiles de la cesta de la compra, aumentando la inflación subyacente (que excluye el precio de la energía y los alimentos) de forma que el número de artículos de la cesta de la compra que sufre incrementos de precios superiores al 2% se ha disparado del 25% al 55% del total.
El mayor temor del Banco de España es que esta escalada de precios se traduzca en efectos indirectos, al elevar las empresas sus precios de venta para paliar el incremento de costes de materias primas y energía con el objetivo de preservar sus márgenes, y, en paralelo, de lugar a efectos de segunda ronda, de lograr los trabajadores alzas salariales dirigidas a conservar su poder adquisitivo. El resultado, advierte, sería iniciar una espiral inflacionista que contribuiría a seguir encareciendo todos los precios de forma que nadie saldría ganando.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, lleva advirtiendo de estos riesgos desde octubre y reclamando un pacto de rentas que suponga la moderación de salarios y beneficios. Pese a que el Gobierno recogió el guante y trasladó esta necesidad a los agentes sociales, patronal y sindicatos se han mostrado incapaces de llegar a un pacto en este punto. Aun así, el supervisor financiero asume que el pacto de rentas se ha producido "de facto", pues ambas variables mantienen una evolución moderada.
Sin embargo, subraya, la amenaza de la espiral inflacionista será más elevada cuanto más tiempo tarden en reducirse los precios, y ya hay señales preocupantes en el horizonte. En este sentido, el supervisor financiero considera indeseable que los convenios incluyan cláusulas de salvaguardia que garanticen a los trabajadores la recuperación del poder adquisitivo perdido con la inflación pasada pero constata que la presencia de cláusulas de garantía salarial se ha disparado del 17% al 30% de los convenios en los últimos meses y aparece ya en la mitad de los sellados para 2023.
Los cálculos del supervisor indican que una reacción de márgenes empresariales y salarios al alza de los precios de la energía podría rebajaren cerca de medio punto el crecimiento de 2022, 2023 y 2024 a la vez que aumentaría la inflación en 2 puntos este año y algo menos de 1 los dos próximos.
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