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Hoy Amazon vende casi de todo, tiene marcas propias, y muchos de los envíos los hace en el mismo día. Gran parte de Internet pasa por sus centros de datos
Amazon incursiona en tiendas de belleza. Amazon abre una peluquería en Londres. Amazon está por terminar el prototipo de su robot para el hogar. Amazon está por comprar el estudio de cine MGM. Las noticias sobre el gigante del retail estadounidense son incesantes, pero no son más que el reflejo del acelerado ritmo con que se mueve la empresa de Jeff Bezos.
Contrario a lo que sucede con otras grandes corporaciones, Amazon sigue “pensando” como una startup. “La idea del “Día 1”, frase acuñada por Bezos, se entendió en la empresa como el mandato de tener una necesidad constante de invención, toma rápida de decisiones, y apetito por adoptar las tendencias tecnológicas”, describe Brad Stone, editor senior de Tecnología de Bloomberg, en su segundo libro sobre Amazon.
Si en Everything Store (2013), él relata cómo surgió Amazon y su transformación de un sitio de ventas de libros a un gigante del retail, en el recién publicado Amazon Unbound, nos describe la creación de Amazon 2.0, y su expansión más allá del retail.
Hoy Amazon vende casi de todo, tiene marcas propias, y muchos de los envíos los hace en el mismo día. Gran parte de Internet pasa por sus centros de datos y servicios de nube. 175 de sus 200 millones de clientes prime se entretienen gracias a su servicio de streaming; y para otros tantos millones de personas, Alexa es parte de su vida diaria. Amazon tiene supermercados. También diseña y vende juegos de video, y tiene una red social vinculada a ellos, Twitch, con 15 millones de usuarios.
En este tiempo, Amazon pasó de una capitalización de mercado de US$ 120 mil millones en 2012 a superar la barrera del US$ 1 billón a finales del año pasado, de 150.000 empleados a 1,3 millones. Al mismo tiempo, Bezos pasó de ser un tímido ejecutivo pasado de moda, a algo más parecido a una estrella de Hollywood.
Alexa
Stone describe al detalle cómo muchas, si acaso no todas, las ideas de nuevos productos y servicios surgen del propio Bezos. Entre ellas las más importantes: Alexa, el asistente de voz; y Amazon Web Services (AWS).
“Deberíamos construir un dispositivo por US$ 20, con su cerebro en la nube, y que sea completamente controlado por comandos de voz”, escribió Bezos en enero 2011 a un grupo de ejecutivos, algunos de ellos trabajando ya en el desarrollo de AWS. El primer dispositivo Echo, con Alexa como asistente, salió a la venta dos años después.
Lo que sigue es una sucesión de proyectos, avanzando muchos en simultáneo.
Amazon queda representada como una empresa en la que se vive a un ritmo vertiginoso, implacable a la hora de evaluar, promover y despedir a sus empleados, que sigue orientada por los mismos principios de sus inicios: maximizar productividad, para poder ofrecer menores precios que la competencia, y así ganar participación de mercado.
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