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FINANZAS

Culpables, jueces y verdugos en la caída de la primera comisionista de bolsa

jueves, 3 de octubre de 2013
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María Carolina Ramírez Bonilla

Aunque en esta historia no hay caballos, armas y desiertos, sí hay buenos, malos y feos.

Tal como en el famoso film del director Sergio Leone, el caso Interbolsa puede asemejar la trama en la que se ven envueltos tres tipos de personajes que buscan un gran tesoro: cómo se produjo la quiebra de la que fue la principal comisionista de bolsa.

Cada uno tiene la pista para llegar al tesoro, cada uno sabe cuáles son sus responsabilidades, solo falta que buenos, malos y feos empiecen a colaborar para que los miles de colombianos que piden una solución tengan una respuesta a sus interrogantes.

Los malos y culpables
En el camino de Rodrigo Jaramillo no había ningún obstáculo hasta que su caballito de batallas perdió las riendas y los planes con Fabricato no funcionaron. Una apuesta millonaria en un negocio futuro y riesgoso fue el detonante para que el que era un gran empresario empezara a imaginar lo que sería una posible quiebra.

De manera audaz Jaramillo y un grupo de colaboradores habían diseñado la manera para manipular la acción de Fabricato y poder tener el control de una compañía que pretendían vender para luego tener una gran utilidad. Pero como en muchos cuentos, el malo no se salió con la suya y la enorme red que tejió lo envolvió hasta el punto de dejarlo sin salida y tener que revelar su verdadera identidad.

Pero este malo no actuaba solo. De un gran número de personas que estuvieron detrás de la organización que se montó para hacer negocios especulativos se resaltan dos personajes clave. Por un lado está el inversionista y experto bursátil Juan Carlos Ortiz, una persona cuyo nombre siempre aparece en las historias de quiebras o malos negocios.

Ortiz es definido por un exempleado de la liquidada corredora como un hombre brillante que no le ha puesto límite a sus ideas de hacer plata, y que tal vez eso es lo que lo ha llevado a equivocarse en las inversiones en las que ha participado.

Este malo, a diferencia de Jaramillo, “no tuvo todos los huevos en la misma canasta” sino que supo diversificar sus inversiones e ideas. Es por esto que no es por medio de Interbolsa que resulta siendo el malo de la película, sino a través de un fondo que él mismo creo, administró, vendió y luego asesoró.

El tercer malo de esta historia tiene un perfil distinto a los otros dos. Este es un empresario con más de 50 años de experiencia que decide entrar en un negocio que no conocía pero que le quedó gustando.

Aunque Víctor Maldonado asegura que no conocía lo que estaba pasando, lo que nos lleva a otros episodios en Colombia donde “todo sucedió a las espaldas”, este personaje resulta siendo aquel que recibe los principales beneficios de las operaciones pero no admite su participación en ellas.

Los feos y jueces
Si bien en la película, el feo también era un ladrón. En este caso los feos lo son por dos razones: porque tienen una mala imagen y porque son los primeros cuestionados por no haber actuado.

Se trata entonces de las autoridades que debían haber vigilado y en lo posible previsto un escándalo financiero de esta magnitud. En la cultura colombiana el feo o la fea es la persona a la que nadie saca a bailar, pero de un grupo de feos hay unos que resaltan más que otros.

Así, en esta cuadrilla hay unos peores que otros. De las personas que se pueden categorizar en este grupo de los más feos está la junta directiva de Interbolsa que nunca advirtió lo que estaba ocurriendo pese a conocer la situación y el riesgo que tenían las operaciones que se hacían con las acciones de Fabricato.

En este mismo grupo están las calificadoras de riesgo que había dado una nota de grado de inversión a Interbolsa lo que para los inversionistas significaba un activo seguro de la misma talla de Ecopetrol y otras compañías con un calificación de AA-. ¿En dónde estaba el estudio real que le permitiera dar esa calificación? ¿Cuáles fueron los documentos que se ocultaron para que no se dieran cuenta de la situación de iliquidez?

Ni hablar entonces del revisor fiscal de la alguna vez la mayor comisionista de bolsa del país, tanto interno como externo, el cual dejó pasar todas las maniobras utilizadas para manipular las acciones y para hacer triangulaciones de dineros.

Unos que pasan por feos por no dar la cara son los del Autorregulador del Mercado de Valores (AMV), en su época Carlos Sandoval y ahora Roberto Borras quienes han pasado de capa caída pero han sido uno de los más cuestionados tanto en los debates de control político como por las mismas autoridades.

¿Por qué el AMV no ha dicho nada?, ¿por qué se presentan sanciones tan tarde? Ha pasado un año y más allá del informe sobre la telaraña de Interbolsa con la acción de la Bolsa Mercantil de Colombia, la opinión pública no ha conocido nada.

En el grupo de los menos feos están las superintendencias y entidades del Gobierno, en este caso todas han sido criticadas por si se actuó a tiempo o no y por si los procesos llevados a cabo fueron los indicados.

Las caras de los feos en este caso son las de Luis Guillermo Vélez, superintendente de Sociedades, y Gerardo Hernández, superintendente Financiero. Es de aclarar que el ser feos no quiere decir que sean malos, pues las dos superintendencias han logrado avanzar en el proceso y han realizado las investigaciones e intervenciones necesarias para encontrar el gran tesoro de la verdad.

Entre los entes gubernamentales también entra el Ministerio de Hacienda quien demostró la falta de regulación que se tiene en varias operaciones bursátiles, tales como los repos y las posiciones propias de las comisionistas de bolsa en el país. No se puede dejar de lado a la Bolsa de Valores de Colombia, cuyo presidente Juan Pablo Córdaba siempre ha dado un mensaje de tranquilidad a los inversionistas, pero a quien se le ha cuestionado por no haberse dado cuenta de las operaciones sospechosas que se hacían con las acciones y de tener entre la junta y en la lista de creadores del mercado a Rodrigo Jaramillo y a Interbolsa.

Estos poco agraciados tienen su parte de buenos en la medida en que este caso no se repita.

Los buenos y verdugos
En la película de Interbolsa, el papel de los buenos lo tienen los interventores y liquidadores. Estas personas nombradas por las superintendencias y por Fogafin tienen la tarea más importantes y hacer que todo termine, en la medida de lo posible, bien para los inversionistas.

En personas como Ignacio Argüello, liquidador de la comisionista, Pablo Muñoz, liquidador de la Holding y Alejandro Rebollo, interventor del Fondo Premium, está el rol de buenos. Estas personas tienen que poner todo en orden, tratar de conseguir el dinero suficiente para pagar las acreencias y darle la cara a los miles de colombianos.

Aunque unos han avanzado más que otros, las autoridades han estado pendiente de que el proceso sea ágil. Tal es el caso de Argüello quien tuvo un aviso de la Superfinanciera para que agilizara el proceso, se sabe que hay adelantados y según fuentes cercanas a los procesos en diciembre podría solucionarse el caso de Interbolsa Holding y del Fondo Premium.

Liquidadores e interventores y la fiscal encargada del caso son esas personas que sin tener nada que ver con el caso hacen parte de la solución. Cabe recordar que las personas delegadas, sobre todo, por la Supersociedades tienen una amplia trayectoria en situaciones similares en el mercado financiero.

Entre buenos, malos y feos está la fórmula para que la quiebra de la comisionista pase de ser el principal escándalo económico del país a ser el mejor ejemplo de manejo de crisis tanto en Colombia como en otros países de la región.

Se espera que “El bueno, el malo y el feo” a la colombiana, no termine como la película original donde todos los ladrones después de haber encontrado el gran tesoro resultan atentando unos contra otros.

La historia de Interbolsa un año después aún no tiene un fin cercano pues todo depende de qué tanto quieran colaborar los malos con los feos para que los buenos puedan actuar.

Luis Guillermo Vélez
Superintendente de Sociedades

Los inversionistas deben saber cuál fue la causa para que un operador del mercado, de un día para otro, presentara situación de iliquidez”.

Simón Gaviria
Representante a la Cámara

“El Autorrregulador del Mercado de Valores es como el ratón que cuida el queso. Yo creo que el AMV se tiene que acabar”.

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