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BANCOS

Un propósito para antes de final de año

martes, 28 de noviembre de 2017
Foto: 123rf

El nivel de endeudamiento crece hasta cuatro veces en navidad

Manuel Andrés Martínez

Llegan las fiestas de fin de año, y para muchos representan volver a la familia y contagiarse de alegría, ya sea por su llamado espiritual o religioso, o simplemente por tradición. Sin embargo, además de los múltiples significados emocionales o espirituales, Navidad, Fin de Año y Reyes implican un sinnúmero de cosas que se traducen en más gastos. Esta época invita a viajar, a comprar, a regalar, a rezar las novenas y a comer por montones; lleva a vestirse no solo de ilusión, también para algunos significa vestirse “de gala” y salir de las tiendas con la tarjeta de crédito reventada.

A diferencia de los demás meses, diciembre tal vez es el más esperado del año, no solo porque la tradición de la Navidad y Año Nuevo genera una carga emocional que impacta por completo el comportamiento de los consumidores, también se debe a que la mayoría de personas ¡reciben prima!

Las lucecitas de los centros comerciales acentúan el deseo de comprar para agradecer a los seres queridos con un detalle pequeño; para otros significa “premiarse con algo” después de un año duro de trabajo y ese algo no da espera, pues en el subconsciente ronda la idea de que navidad es la época para comprar y gastar, y no hay porqué retrasar aún más esa compra anhelada desde la última prima.

Sin embargo, no se puede perder de vista que el salario no cambia y el incremento del próximo año no será mucho mayor al de ley (en la mayoría de los casos). Por lo tanto, tomar decisiones responsables de consumo es fundamental, pues está demostrado que el nivel de endeudamiento de una persona puede incrementarse hasta cuatro veces en esta época, pero después llega la “resaca económica” frente a lo gastado, y muchas de las discusiones que no se generaron en diciembre gracias a esa “epidemia de festividad”, tendrán lugar en enero con las cuentas que deben empezarse a pagar, esta vez sin prima, y muchos echarán lápiz para saber cómo tapar esos huecos que dejaron en sus bolsillos, con la misma frustración que produce pensar cómo bajar esos kilitos de más ganados a punta de natilla y buñuelos.

Esta falta de planeación financiera puede corregirse con hábitos de ahorro. ¿Qué pasaría si a diferencia de esos típicos propósitos del primero de enero, como ir al gimnasio, aprender otro idioma o beber menos alcohol, por ejemplo, el propósito de ahorrar empezara en diciembre? La prima es perfecta para perseguir ese nuevo objetivo de fin de año. Es curioso que una persona tiene claro el saldo de su tarjeta de crédito, pero no si esa próxima compra con su tarjeta afectará su meta de ahorro mensual porque simplemente no tiene una meta de ahorro mensual. Si se destinara la mitad de la prima para ese “fondo personal” y se empezara a ahorrar 30% del salario, en enero el endeudamiento será manejable y aun si se usó la tarjeta de crédito, el salario permitirá cubrir esas obligaciones adquiridas en diciembre y además ahorrar, reduciendo el estrés de las deudas y discusiones en torno a ellas.

Si se mantiene ese nivel de ahorro para el próximo año, aunque surjan gastos adicionales, podrán ser solventados y es posible que para el siguiente diciembre, el capital haya aumentado más de 500%, y mes a mes se puede invertir ese dinero en un CDT que aunque no ofrece mucho, rinde más que la inflación esperada. La planeación financiera demanda consumidores educados, cuyo nuevo propósito puede ser entender su papel dentro del sistema financiero y cómo beneficiarse de él.

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