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La baja tasa de ahorro en Colombia evidencia la urgencia de incorporar la educación financiera desde los primeros años escolares. Iniciativas como la de Kajuyalí School lo demuestran con formación experiencial
A mediados del año pasado, una de las editoriales de este diario -‘Los jóvenes no saben manejar la plata’- señaló la importancia de que los gobiernos integren a sus políticas públicas la educación financiera en los jóvenes. Dicho llamado a la acción, según el análisis, se dio después de que se observaran los datos del World Development Indicators, WDI, en cuanto al ahorro interno bruto de Colombia y otros países alrededor del mundo. La entidad evidenció que desde el 2020 el ahorro interno bruto de Colombia ha estado entre el 13% y el 15%, lo cual es considerablemente inferior al 20,58% de 1960, y del 19,69% de 1970. Así mismo, nuestros números actuales están mucho más rezagados con respecto a otras naciones: China (45,71%), Corea del Sur, (35,7%), y Japón (24,75%); e incluso frente a pares en la región, como Perú (22,38%), Chile (21,74%) y México (20,3%). Ante esta realidad, y para sortear mejor la avalancha de información, de inteligencia artificial y de soluciones tecnológicas en torno al dinero, vale la pena reflexionar sobre la importancia de formar oportuna y eficazmente a las nuevas generaciones en el manejo de la plata. Pero, ¿qué quiere decir exactamente una formación oportuna y eficaz?: ¿acaso es suficiente con una electiva sobre el tema en la universidad?, ¿sirve jugar Monopolio?, ¿basta con leerse ‘Padre rico, padre pobre’ de Robert Kiyosaki?, o, quizás, ¿seguir a los influencers de finanzas con más seguidores?
Pues bien, lo cierto es que las finanzas personales, la economía y la administración del dinero son aspectos tan transversales en la vida de las personas, que emplear un único abordaje resulta insuficiente; es más, a manera de analogía, aprender finanzas bajo una única aproximación, resultaría como aprender de principios y valores a través de un tutorial de YouTube, sin ningún otro ángulo de formación. Aquí es, precisamente, en donde la educación contextualizada, personalizada y práctica toma relevancia, ya que incorpora un currículo complementario al modelo de educación tradicional, que permite aprendizajes desde lo racional y lo emocional, y enseñanzas didácticas que se logran asimilar desde los primeros años de vida.
Por esta razón, desde Kajuyalí School, como colegio líder en formación inmersiva soportada en habilidades para la vida en Colombia (que está incursionando con escuela primaria), aplaudimos los llamados a incluir las finanzas personales dentro de las políticas públicas; y, a su vez, abrimos la reflexión para que dicha temática se enseñe tan pronto como el alfabeto, los colores y las tablas de multiplicar. Concretamente, y a manera de ejemplo, hemos desarrollado la ‘Clase de Gestión Empresarial’, que por medio de educación experiencial y juegos de roles guía a los jóvenes en el manejo del dinero: ahorros, impuestos, inversiones, etc. De la misma manera -y como parte de nuestra formación se da con viajes alrededor del país, previo a estas salidas a campo, incentivamos a los estudiantes a realizar su propio mercado y establecer un presupuesto para ello.
Por todo lo anterior, si contáramos con más herramientas para decidir y administrar nuestro dinero, seríamos, indudablemente, una nación mucho más competitiva y sólida. Para esto no solo basta con la teoría, se requiere, sobre todo, de una educación experiencial, contextualizada y adaptada a los desafíos contemporáneos que enfrentamos como sociedad; por ello, una propuesta educativa con la filosofía de Kajuyalí cobra cada vez más relevancia. Además, la enseñanza de finanzas personales desde edades tempranas no solo contribuye a mejorar los indicadores macroeconómicos del país, sino que también fortalece habilidades esenciales como la toma de decisiones, la planeación a largo plazo y la conciencia sobre el impacto social del consumo en los bolsillos.