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Colombia no es el único país que se está quedando sin bebés, varios mercados de la región atraviesan por una crisis de natalidad. Conozca los retos que esto implica
Piedad Urdinola, directora del Dane
Si respondemos con oportunidades reales y con instituciones que generen confianza, Colombia podrá aprovechar su bono demográfico antes de que se cierre la ventana
Los nacidos entre 1997 y 2012, conocidos como generación Z, vivirán el resultado de las decisiones que se tomen con la evidencia. La humanidad ha registrado tasas históricamente bajas de natalidad en el mundo. Los avances socioeconómicos, la acelerada revolución digital, la pandemia de 2020 y las transiciones culturales han incidido, desde edades tempranas, en la forma en que esta generación concibe la maternidad, la paternidad y la estructura familiar.
Las cifras de Estadísticas Vitales del Dane muestran una tendencia consistente, especialmente en esta generación: una disminución sostenida de la fecundidad entre los 15 y 29 años. Este comportamiento ha llevado a que, para buena parte de la generación Z, tener hijos deje de ser un paso automático y se convierta en una decisión y elección que rompe estructuras heteropatriarcales, así como un avance socioeconómico al sostener la caída de nacimientos de madres adolescentes.
Si tenemos en cuenta la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, Ends, más de 75% de las mujeres entre 15 y 49 años, cuya población mayoritaria pertenece a la generación Z, no desean ser madres en este momento porque la sociedad les ofrece otras opciones y no solo los roles tradicionales de trabajo doméstico y cuidados no remunerados. Y no porque la maternidad haya perdido valor para ellas, sino porque quieren elegir cuándo y cómo vivirla.
Además, estas nuevas generaciones enfrentan más fuentes de incertidumbre sobre la preparación necesaria en el mercado laboral: las formas cambiantes de producción, nuevas tecnologías, robotización y automatización de procesos son solo algunos de estos nuevos retos que enfrentan en el empleo joven. A la vez, la globalización, digitalización y teletrabajo abren nuevas oportunidades que no tuvimos las generaciones pasadas. Incide, para bien, la apuesta de una sociedad donde la corresponsabilidad en los cuidados busca ser cada vez más equitativa. Por ejemplo, la generación Z aspira a tener relaciones donde el tiempo, tareas y decisiones se compartan. Además, el impulso de la economía del cuidado y el fortalecimiento de la división de tareas domésticas paritarias, más el fortalecimiento del sistema público y solidario, nos llevarán a la requerida evolución social.
Este panorama muestra que cada generación y su estructura familiar termina influyendo en la forma misma del país que estamos construyendo: hoy Colombia está envejeciendo. La esperanza de vida al nacer supera los 76 años. Pero también disfrutamos del bono demográfico -ese momento en que la mayoría de nuestra población está en edad de trabajar y aportar al país para el ahorro y la productividad-, sabemos que este privilegio no durará para siempre. Atrás quedaron las familias de 18 hijos, cambiar por familias con tasas de fecundidad de siete hijos por mujer.
La generación Z nos evidencia que la modernidad trae consigo sus propios desafíos. Atrás quedaron las familias de 18 hijos, como nuestros abuelos, para pasar a tasas de fecundidad de 1,1. Sus elecciones expresan autonomía, reflexión y una manera distinta de proyectar la vida. Este panorama nos reta a repensar nuestras políticas públicas: fortalecer el empleo formal y la economía del cuidado, apoyar la salud mental y construir entornos que les permitan equilibrar educación, trabajo y vida familiar.
Debemos escuchar a esta generación para preparar al país. Sus decisiones son señales precisas que muestran dónde debemos actuar. Si respondemos con oportunidades reales y con instituciones que generen confianza, Colombia podrá aprovechar su bono demográfico antes de que se cierre la ventana, enfrentar el envejecimiento poblacional y asegurar que cada joven decida, con libertad y con garantías, cuándo y cómo formar su familia. ¡Para eso están los datos! Ahora a tomar decisiones con evidencia.
La tasa de fecundidad viene en pique y, según los datos revelados por el INE, este año es de 1,16 hijos, 10,77% más baja que en 2020
A nivel nacional, la tasa de fecundidad promedio es de 1,4 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo poblacional ubicada en 2,1
El rápido envejecimiento y la persistente caída de la natalidad en los países de la Ocde están poniendo en jaque los sistemas de pensiones y obligan a replantear con urgencia los modelos de bienestar