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TELECOMUNICACIONES

¿Qué significa para América Latina el regreso de Movistar a Europa?

domingo, 8 de diciembre de 2019

Los mercados latinoamericanos han complicado los números de Telefónica por diversos factores como economías ralentizadas o volatilidad en las monedas.

El Economista - Ciudad de México

Telefónica está concentrando sus esfuerzos de transformación digital en Alemania, España, Reino Unido y Brasil, cuatro mercados prioritarios en los que advierte una viabilidad para extender servicios y agregar rentabilidad financiera a su negocio en el largo plazo. A la zaga ha colocado a las operaciones americanas de habla castellana por las dificultades que muestran para añadir valor y por eso hará una secuela, que en principio debe impedir la contaminación de las operaciones que sí le son redituables y luego preparar el camino para acuerdos con otros operadores, una salida a bolsa o la venta total o en paquete del negocio que le significa menos de un quinto de sus ingresos generales, pero más de la mitad de sus dolores de cabeza.

Las operaciones en Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú, Uruguay y Venezuela, más los activos restantes en Centroamérica, han pasado a formar la unidad hispanoamericana de Movistar, una docena de mercados que en fechas recientes han complicado los números de Telefónica por diversos factores como economías ralentizadas, volatilidad de las monedas, pérdida de competitividad, peleas en tribunales, inseguridad, inestabilidad política y un entramado regulatorio que complica el desarrollo de los negocios de telecomunicaciones en esta región.

El Arpu (promedio o media de ingresos por usuario) de 3,7 euros para los acumulados enero-septiembre de 2015 a 2019 en la América Latina de habla española levantados por Movistar, son prueba de que esta región poco ayuda a la holding a disminuir la deuda de 38,293 millones de euros a septiembre de 2019, incluso cuando la operadora ha venido incrementando su cobertura 4G hasta alcanzar una penetración de 42,2% a septiembre y que significa una mejoría en la calidad de sus servicios.

En cambio, Brasil reporta 7 euros por Arpu y eso anima a Vivo de Telefónica a comprar las partes fraccionadas del negocio móvil de Oi, sobre todo si la holding logra vender las otras unidades latinoamericanas.

El tradicional modelo de negocio basado en voz se agotó

La posibilidad de que Telefónica Movistar se marche en el mediano o largo plazo de países como México crea dudas respecto a de qué manera los desarrollos de nuevas redes de comunicación 5G y de otras tecnologías puedan verse impactados. Pero también qué han hecho o dejado de hacer los gobiernos latinoamericanos y sus órganos reguladores, para que una empresa, que por veinte años invirtió más de 10,000 millones de dólares en territorio mexicano, ahora prefiera enfocarse en esos cuatro mercados que juntos reúnen el 82% de las entradas totales de Telefónica a través de las marcas Movistar, Vivo y O2.

La clave está en un extracto de lo que anunció el presidente ejecutivo de Movistar, José Álvarez Pallete, a inversionistas sobre el nuevo rumbo de la compañía: “existe una necesidad de cambio, que nadie nos lo exige, pero porque el modelo se agotó”, dijo el jefe de Telefónica.

El motivo que parece ser poco advertido por los reguladores de cada país y los ministerios encargados de administrar el dinero recaudado por los insumo espectrales, coincidieron especialistas, porque unos regulan con base en un criterio “ex ante” o mirando a las telecomunicaciones como si se tratase de la misma industria de hace quince años, mientras que otros imponen políticas con espíritu recaudatorio por el aprovechamiento de bienes del Estado en economías que hace una década dejaron de crecer a tasas de hasta doble dígito.

Lo de Telefónica “es un llamado de atención para los reguladores en varios sentidos”, resumen los analistas. “Es un momento de generar inteligencia para construir nuevos marcos de regulación y para anticipar escenarios de mercado con modelos innovadores y convergentes que permitan al mismo regulador regular sin coartar o mirando al pasado”, dijo Rodrigo Ramírez Pinto, exviceministro de telecomunicaciones de Chile durante el segundo mandato de Michelle Bachelet.

En un momento de experimentación en los despliegues de infraestructura de redes 5G en toda América Latina por parte de los operadores, “es inviable y poco prudente generar una regulación ex ante, porque en vez de incentivar, se petrificarían modelos que perfectamente podrían tener una regulación distinta para un mercado convergente. Por eso ahí hay un llamado a ver todo eso desde ahora”, dijo Ramírez Pinto.

“La decisión de Telefónica tendrá que ejercer presión sobre los reguladores en Latinoamérica, porque definitivamente la regulación se ha estado enfocando en temas de muy atrás a lo que está pasando en el mercado; el negocio está cambiando y si la regulación no cambia, va terminar ocurriendo lo que pasó con los mercados de electricidad y del agua: que son servicios públicos esenciales, pero donde participan muy pocas empresas del sector privado con muy pocos despliegues y desarrollos; que no generan mucho valor para la actividad económica por las políticas públicas. Este es un punto de inflexión al que los reguladores deben poner atención y pensar en la forma en que han estado orientando el mercado con su regulación”, coincidió Gerardo Mantilla, analista en Artifex Consulting.

México, un mercado de 2,4 euros por usuario para

Telefónica la tuvo difícil desde que comenzó a desembarcar con sus inversiones en América Latina hasta el anuncio de que agrupará sus operaciones latinoamericanas, con excepción Brasil, en una misma entidad tras liquidar las divisiones “Hispam Norte” e “Hispam Sur”.

La operación en la región ya resultaba onerosa para la compañía en Madrid, ya que cada unidad de negocio contaba con su propio equipo. Una estructura que significaba altos costos de operación, aún con algunos casos de buen desempeño de los equipos locales. Además Movistar tenía que emparejar con su tecnología a las tecnologías de operaciones que iba adquiriendo y analizar los parámetros de espectro para comprar en mercados que venden a precios altos ese insumo.

“El sólo hecho de homologar y comprar espectro significaba un costo elevado que no se compensaba con sus números de crecimiento de usuarios, pues estaba por debajo de la media (…) En América Latina ya tenía un crecimiento de 2%, que fundamentalmente era una rotación de clientes y no por nuevo usuarios, por eso su curva de crecimiento se iba aplanando y con una clara tendencia a decrecer. Así se observaba la incerteza regulatoria de una América Latina que piensa muy local; donde no existe mucha armonización de políticas y sí muchas leyes. Telefónica, como otras empresas, tenía que administrar y desplegar planes para esos marcos regulatorios; una incertidumbre que no permitía hacer esas grandes proyecciones de inversión porque no hay un ambiente regulatorio flexible”, dijo Rodrigo Ramírez Pinto.

Movistar ha decidido escindir estos negocios y eso deja abierta las posibilidades para obtener el mayor valor posible a través de una venta definitiva o salida a las bolsas de valores. Pero es difícil hallar un comprador que vaya por todo el paquete o los negocios fraccionados de Movistar en la región.

Claro de América Móvil (AMX) no podrá comprar las operaciones de Telefónica en Argentina y México y difícilmente también Chile y Perú. Este año la firma propiedad de Carlos Slim pagó 1,600 millones de dólares por activos de Movistar y Nextel en América Central y Brasil. Tigo de Millicom International pagó 1,650 millones de dólares las operaciones en Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Liberty pagó, por su parte, 1,950 millones de dólares por AT&T en Puerto Rico. En Uruguay el poder de mercado de Antel también complicaría a AMX comprar a Movistar en aquel país.

China pone en la mira los activos de Movistar en América Latina

Por lo tanto quedan pocos oferentes para adquirir una división de Movistar valuada por Goldman Sachs y Barclays en alrededor de 12,000 millones de dólares; 3,000 millones de dólares para Colombia, 2,500 millones de dólares por Chile, 2,500 millones de dólares por Argentina, 460 millones de dólares por Uruguay, 900 millones de dólares por Ecuador y 1,876 millones de dólares por México, entre otros.

“Está claro que Telefónica fue reduciendo deuda en los últimos tiempos y este spin off está en línea con ese plan. Si se fueron por esta alternativa es porque quizá no hallaron pronto un comprador u otra manera de solucionar las cosas y por eso van por una opción de separar las operaciones más rentables", destacó Enrique Carrier, director en la consultora Carrier y Asociados.

China ha prestado e invertido en empresas y gobiernos de América Latina entre el 2008 y el 2018. Brasil, Argentina, Ecuador y Venezuela han sido sus principales objetivos, con inversiones cercanas a los 120,000 millones dólares. Una de sus firmas para el sector, China Telecom, ha buscado oportunidades de inversión en México y Brasil hace pocos años; sus ganancias por 2,600 millones de dólares en el tercer trimestre de 2019 podrían facilitar ahora esa ambición.

Telefónica es una empresa con activos valorados en aproximadamente 97,123 millones de euros, por ello la determinación de escindir las operaciones poco rentables deberá generar rendimientos en los mercados.

La compañía cuenta con activos valiosos de espectro en segmentos de los 850 MHz y de 1.9, 1.7/2.1 y en 2.5 GHz, entre otras frecuencias. En diversos países ofrece servicios de cuádruple play y ha anunciado sus primeros planes para desplegar redes 5G en la región. Eso debe volver atractiva más de una unidad regional.

Telefónica ha visto caer más de la mitad el valor de su acción en los mercados —de 21 a 7 euros por papel en diez años— por lo que el plan para América Latina “es un paso lógico para un actor de una industria que ha llegado a su madurez y que se desenvuelve en un contexto político y económico muy inestable, por lo que conviene hacer un recorte, una purificación”, comentó Enrique Carrier, director en la consultora Carrier y Asociados.

La acción de Movistar es un llamado para los reguladores, dijo Rodrigo Ramírez Pinto, “a ver a la industria de telecomunicaciones como un habilitante de otras industrias y a los gobiernos en general a que la cataloguen como una prioridad para el desarrollo, mientras que Telefónica intenta renovar su identidad, ahora en digital”.

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