De la añoranza a las acciones de transformación

Hace una semana informamos que según la Encuesta de Opinión Industrial, la producción industrial del Valle y sus ventas crecen acumulado a junio 9,8%; niveles de crecimiento que no se presentaban desde el 2000. La confianza ha aumentado, puesto que mas de 60% de los empresarios consideran que la situación económica será favorable y 56,7% manifiestan que invertirán en su organización en lo que queda de 2014. El desempleo ha disminuido de manera constante en el primer semestre, llegando a 13,6% y marcando ya una tendencia.

El Valle ha vuelto a ser el escenario de noticias positivas y objeto de espaldarazos empresariales. En el último mes, Unilever y Furukawa, dos jugadores gigantes del mercado mundial, anunciaron la inauguración de sus plantas. Sin embargo, la llegada de empresas a nuestra región es mucho mayor; en el ultimo año han arribado siete empresas adicionales y en total se han generado 1.056 empleos, según las cifras de Invest Pacific. Pero la inmigración no para y esperan que en lo que resta del año estén instaladas cinco más y se cree que cuatro podrían manifestar interés de iniciar operaciones.

Las evidencias parecen ser claras y todos los síntomas nos llevan a concluir que en el Valle está pasando algo. Los pesimistas sostendrán que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Prefiero creer, que en los momentos de crisis surgen las oportunidades y que tal vez el Valle se está sacudiendo y estamos iniciando un proceso de transformación. Y este, a mi juicio ha iniciado en las empresas. Las empresas son el motor de desarrollo social y económico de una región y es por ello que en gran medida se percibe que en el departamento están pasando cosas cuando las empresas empiezan a generar crecimiento rentable sostenido. En la medida que las empresas crezcan y lo hagan de manera rentable, estas empiezan ha tener impacto en todo su entorno generando retorno social y económico a la región. La crisis del Valle ha obligado a que las empresas desarrollen la habilidad de reinventarse bajo la adversidad, a generar cambios en el direccionamiento estratégico, a tener foco, a innovar, a fortalecer y renovar el equipo de liderazgo, para poder tener crecimiento.

Sin embargo, sería miope y lejano de la realidad pensar que todo lo que está pasando en el Valle se debe a las empresas. Tenemos otro acontecimiento relevante; y es que estamos dejando atrás el paradigma que los vallecaucanos no nos podemos poner de acuerdo. Sorprende la cantidad de gremios, instituciones, empresarios y universidades que nos hemos aliado en pro del desarrollo. El solo hecho de articularnos para no duplicar esfuerzos y compartir un propósito superior, es un avance significativo en el inicio de la transformación.

Una buena pregunta es, ¿qué está pasando con el sector público? El buen gobierno y la transparencia son fundamentales para que se genere la transformación y el desarrollo que todos esperamos. Cuando la sociedad  y los inversionistas confían en el manejo trasparente de los recursos por parte de los administradores, llegan empresas y las que ya existen siguen reinvirtiendo.  

En el Valle está iniciando una transformación, pero para que esto tenga continuidad y poderle dar potencia, debemos hacer tres cosas: en primer lugar, unirnos para generar visión de largo plazo, que no es nada distinto a acordar el modelo de desarrollo social y económico; segundo, tenemos que fortalecer y rodear a las instituciones que trabajan en pro de la región y tercero, debemos generar una fuerte articulación público-privada para poder gestionar ese modelo de desarrollo con la Nación. Si queremos sacudirnos de verdad, debemos pasar de vivir de la añoranza de lo que fuimos e iniciar a construir el futuro de lo que seremos.