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El fabricante estadounidense de automóviles eléctricos, Tesla, se ha convertido en la última sensación del mercado.
El pasado lunes la firma comenzó a transar en el Nasdaq, reemplazando a Oracle en el índice tecnológico, y durante la jornada sus títulos marcaron un máximo histórico. El precio de los papeles se ha casi triplicado este año, disparando la capitalización de mercado de la compañía a US$15.152 millones, más que Fiat y Peugeot-Citroën sumadas.
A diferencia de las automotrices tradicionales, que batallan para atraer clientes a sus autos eléctricos, Tesla dijo que las ventas de sus modelos de lujo, cuyo precio mínimo es de US$70.000, están superando todas las expectativas.
Su director ejecutivo, el multimillonario Elon Musk, es considerado como un nuevo Steve Jobs. Además del sistema de pago electrónico PayPal, en 2002 creó SpaceX, demostrando que una compañía privada puede afrontar el desafío de la conquista del espacio. Su auto, además, es visto por muchos como el equivalente de los teléfonos inteligentes en la industria automotriz, con los desarrolladores en una carrera por lanzar aplicaciones que interactúan con el vehículo.
Según un estudio de Global Equities Research, la base de clientes de Tesla se divide en 60% usuarios de iPhone de Apple y 40% corresponde de usuarios de Android de Google. Los conductores del Model S, por ejemplo, pueden descargar Glass Tesla, una aplicación que permite usar los Google Glass para regular la temperatura interior del auto, dar instrucciones para tocar la bocina o encender las luces, entre otras cosas.
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La intención del cambio de identidad es acelerar el crecimiento global de la marca y reforzar la estructura comercial y operativa
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