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Los aranceles al acero y aluminio han generado desbarajustes que afectan al país
Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos parecen un asunto lejano para los colombianos, pero en realidad es más próximo de lo que se cree. Así lo expresó la directora ejecutiva de AmCham Colombia, María Claudia Lacouture, quién aseguró que las implicaciones del enfrentamiento entre los gobiernos de Donald Trump y Xi Jinping no solo se remiten al comercio, sino también con los temas sociales, de cooperación, inversión y aprendizaje, entre otros.
La ejecutiva, que participó en el conversatorio “Relación entre China y Estados Unidos”, organizado por LR y el banco Itaú, destacó el hecho de que Colombia es “un país cerrado” en materia comercial. “Llevamos productos colombianos a 120 países con 300 empresas, pero hay más de 1,5 millones de empresas establecidas, entonces el porcentaje es muy poco”, dijo. Al mismo tiempo, destacó que la nación “ha desarrollado más el comercio nacional que el internacional” a raíz de los conflictos internos que se han presentado a lo largo del tiempo.
Pese a ello, el principal aliado comercial y de inversión de Colombia es, precisamente, Estados Unidos. “Todos los años, el país recibe de EE.UU. más de US$2.500 millones en inversión extranjera, y solo en el primer cuatrienio llevamos un crecimiento de 38%”, dijo.
Asimismo, Lacouture agregó que 28% de las exportaciones colombianas van a EE.UU., generando mayor valor agregado para el país. Por el contrario, la relación que el Gobierno sostiene con China “es muy limitada”.
Sin embargo, la influencia de China en Latinoamérica va en aumento, alcanzando a naciones como Chile y Perú, gracias a diferentes inversiones y acciones que lo han fortalecido políticamente. Esta tendencia ha alertado al gobierno de Trump, que ya tiene una pauta donde afirma que “los chinos están entrando en mi patio trasero”.
No en vano, la renegociación del acuerdo tripartito entre las tres naciones de América del Norte, ahora conocida como Usmca, incluye un apartado que establece que cualquier relación de Canadá y México con China puede generar un rompimiento del acuerdo, según explicó Lacouture.
Precisamente son estas naciones las que más se han visto afectadas con las tensiones comerciales, pues los aranceles de 25% al acero y 10% al aluminio que emitió Estados Unidos a comienzos de junio.
En el caso del Gobierno de Justin Trudeau, que es uno de los principales proveedores de acero que tiene Estados Unidos, decidió reaccionar sobre los productos agrícolas, teniendo en cuenta que importan alrededor de 58% de los productos estadounidenses de ese sector.
“Esto ha llevado a un desbarajuste comercial no solo en China y EE.UU., sino que también ha acarreado implicaciones en Colombia”, subrayó Lacouture.
Paradójicamente, quien menos ha sufrido en este aspecto es China, y eso se debe a que solo 3% de las importaciones en acero y aluminio provienen de dicho país. Además, la ejecutiva destacó que este escenario también se debe a que las cadenas de valor de Estados Unidos “dependen mucho de Asia”.
Todavía no se puede hablar de guerra comercial
De acuerdo con Lacouture, las tensiones entre Estados Unidos y China no pueden llamarse guerra comercial aún debido a que ambos gobiernos han enfocado los gravámenes en productos que no tienen mayor injerencia en sus respectivos mercados. “Los aranceles de EE.UU. a China llegan a 30% de las exportaciones de ese país, pero la implicación total que tienen es de 7%”, aseguró la ejecutiva, que también añadió que el Gobierno de Trump tiene un grupo de aranceles de 15% que no ha hecho efectivos y que comprenden los productos más importantes dentro del mercado chino.
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