"En la actualidad se ha abierto una migración con un nivel formativo bastante alto"

Erika Rodríguez Pinzón no es una más de las 2,5 millones de mujeres inmigrantes en España. Hoy, esta bogotana de 46 años, madre de dos hijos y reconocida académica de la Universidad Complutense de Madrid, es uno de los cerebros fugados que más brilla en Europa. Hace un mes y medio lidera la Fundación Carolina, una institución de cooperación entre España y América Latina, financiada por las principales empresas que cotizan en el Ibex 35 y el gobierno español.

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El cóctel es poco usual: mujer, migrante y líder empresarial, es una mezcla que permite a Erika representar una nueva fuerza que llega a ese país para contribuir con talento y conocimiento. Su historia desafía la visión estereotipada del migrante relegado a trabajos de baja cualificación, como limpieza, camarero o dependiente. En lugar de eso, ella refleja cómo los migrantes pueden llegar a posiciones de liderazgo, utilizando su educación y experiencia en roles empresariales. Su trayectoria es un testimonio del potencial que los migrantes aportan a la sociedad.

De hecho, el migrante que genera valor, es una tendencia pero aún no está siendo reconocido. Según las cifras de la encuesta del observatorio laboral de Migra Empleo, de la cual un 48% son mujeres, el 60% del total de los encuestados son personas con formación profesional, master o doctorado y, según el mismo estudio, las mujeres a diferencia de los hombres, son quienes se emplean más rápido al llegar a España en trabajos no formales, específicamente, en el sector de los cuidados, la limpieza y la hostelería. Preocupa que 70% de las mujeres objeto del estudio, están desempleadas.

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En diálogo con La República, Rodríguez, expuso su visión sobre la nueva oleada de migrantes colombianos a España, así como los retos al frente de la entidad que permite que muchos latinoamericanos puedan terminar becados para estudiar un máster en España.

¿Cómo ha vivido su propio proceso migratorio? ¿Por qué decidió radicarse en España?

Los colombianos llevamos unos procesos migratorios de vieja data: hubo una gran ola migratoria masiva a comienzos del siglo XX, antes de que pusieran la visa, concretamente. Esa primera fue la cantidad de colombianos que llegamos, éramos alrededor de 400.000. Llegué hace 21 años y vine a estudiar un máster y luego el doctorado, en 2003. Vine porque en Colombia era imposible pagarme un doctorado y no había además… me vine a España estudiar. Vine a la Universidad Autónoma de Madrid, hice el posgrado en Teoría Política, Teoría de la Democracia y Administración Pública y luego, el doctorado en Relaciones Internacionales.

Y se fue quedando…

Vine a estudiar y luego empecé a trabajar en cooperación española gracias al proceso de regularización de ese momento y que incluyó a los estudiantes durante el gobierno de Zapatero (ahora se está discutiendo hacer un proceso igual). Me gustó el mundo de la cooperación y me empezó a ir bien y me fui quedando porque uno no toma la decisión de quedarse sino que se va quedando. Hay una edad en la vida en la que todo es más fácil: tenía 23 años. Cuando llegó la crisis financiera de 2008 tuve la fortuna de tener un perfil más de cooperación con un doctorado, empecé enrolarme en centros de pensamiento y a trabajar entre América Latina y España porque aquí casi no había trabajo pero allá sí: trabajé con la ONU, la OEA y la UE y se fue dando todo bien.

¿Cómo llega a la Fundación Carolina?

Soy reconocida como latinoamericanista, conocimientos del área de cooperación técnica y además profesora de la universidad y encajaba muy bien con una institución que requería un perfil parecido al mío. Inicialmente como militante en el Partido Socialista, en 2015 me pusieron en la lista para el Ayuntamiento y fui Concejal tres años y de ahí me convertí en Special Advisor del Alto representante de la Unión Europea y la historia siguió.

¿Qué piensa de este nuevo ‘boom’ de migrantes? Los colombianos resultaron campeones en migraciones de países latinoamericanos en 2023…

Hoy se ha abierto una migración con un nivel formativo bastante alto que ha venido en su mayoría a cubrir trabajos de cuidado y que poco a poco se ha venido integrando dentro de las instituciones, como es mi caso. Cuando empiezas a tener colombianos en cargos altos es porque se van integrando no solamente a la sociedad, economía y a que poco a poco que se les va a reconociendo dentro de las instituciones.

Lo más difícil para un migrante es que lo reconozcan, como profesional es lo más difícil para un migrante. Y no solamente como trabajador o colectivo sino como persona capaz de liderar.

Nos ponen mucho en las fotos de los partidos y está muy bien porque somos representantes de la diversidad de la población pero también somos personas que venimos a aportar a esta sociedad: como líderes, personas éticas, a trabajar, a pagar impuestos, a tener familias aquí. Para mí la clave y la suerte es entrar a una institución no solo es representar el colectivo sino es que es que se reconozca el valor profesional y personal de los latinoamericanos.

Se ven todavía muchos compatriotas trabajando en ‘negro’. Una minoría logra destacarse…

Con el proceso migratorio reciente muchos están trabajando ‘en negro’ porque han migrado en situación de irregularidad y llevan poco tiempo, ya que España tiene unos tres años de proceso para el arraigo. El problema de la migración desordenada es que deja a la gente en un limbo del que se aprovechan muchos.

Está cambiando pero no con mucha velocidad: somos pocos los latinos en puestos relevantes y en la administración pública ha sido más lento el proceso de reconocernos en la alta dirección. Abrir la puerta es lo más importante porque se normaliza que hay personas que tenemos un origen distinto al español y que ya se nos ve en las instituciones.

¿Hay más latinas en cargos como el suyo? ¿Ha sentido alguna vez xenofobia?

En el sector público, a nivel estatal soy la única con un primer alto cargo y nunca nadie en el Ayuntamiento de Madrid me ha dicho que me vaya a mi país. Se puede ver racismo en la calle, pero en estos niveles nunca lo he visto, ni en la universidad como profesora permanente en la Universidad Complutense, en donde dicto sociología aplicada.

Aterrizando en su ocupación actual, existe la sensación de que antes era más fácil acceder a una beca de la fundación y que hoy es mucho más complicado…

La fundación tuvo un auge y tenía un presupuesto 10 veces más alto que el que tenemos ahora. Toda la cooperación española a raíz de la crisis financiera de 2008 sufrió un retroceso terrible. Sin embargo, es un país que ha avanzado mucho técnicamente en la calidad de su cooperación.

No es una agenda que tenga solamente en cuenta los intereses de sus empresas, sino una agenda coherente que se desfinanció…el volumen de becas que teníamos hace 20 años era más alto. Se ha hecho un esfuerzo por retomar el número de becas y el criterio social en la distribución de ellas. Hay mucha necesidad y mucha gente queriendo estudiar en España.

¿Qué tanta demanda hay frente a la oferta de becas?

Ahora tenemos 700 de máster para toda América Latina, frente a 36.279 solicitantes en la convocatoria 2024-2025. Más de 27.000 de ellas provienen de Colombia. Entre 2023 -2024, la cifra era de 29.243. Queremos retomar el criterio social de ellas. Los criterios son bastante duros, no solo académicos sino sociales: si fuera solo por criterio académico solo vendrían los ricos con buenas calificaciones.

Un criterio importante es por ejemplo, quién por primera vez accede a una beca de su familia y de regiones en donde normalmente no hay oferta educativa o estudiar en áreas que no hay en sus países.

¿Cómo busca manejar el tema de asignación de becas en un contexto de alta migración?

Tenemos un sistema de selección en el que se tiene en cuenta la excelencia académica, el proyecto personal y las características sociales. Además, nuestros becarios tienen el compromiso de retorno y de que el talento vuelva a los países. Las personas son también valiosas por el impacto que pueden tener en sus sociedades.

¿La orientación del actual gobierno Petro tiene alguna incidencia en la asignación de becas?

No, en nada. Solo se tienen en cuenta los criterios de las personas y no que los países pasen de la izquierda a la derecha…nada qué ver para nosotros.

¿Qué cubre la beca?

La matrícula, el transporte, un seguro médico para vivir y ellos deciden en dónde vivir. Se les da un estipendio mensual cercano a los 1.200 euros al mes. No es generoso pero suficiente para un estudiante que busca vivir en condiciones dignas.

¿Hay límites de edad?

No, la persona que quiera hacer una maestría, aunque la mayoría son jóvenes que acaban de terminar sus estudios universitarios. Las becas de doctorado nos las presentan las universidades que identifican personas porque en América Latina no hay mucha oferta de este tipo. Además de becas, identificamos líderes de la región para construir programas y que vengan a España para llevarse las buenas prácticas en determinados frentes.

Finalmente ¿cuáles serán sus mayores retos al frente de este cargo que estrena?

Traer también a la empresa al sistema en materia de cooperación. Saber qué quieren las empresas, cómo alinearnos en intereses comunes con América Latina…mantener, mejorar y crear mecanismos para escuchar y trabajar mano a mano con la empresa, analizar áreas para potenciar en liderazgo y sectores. Igualmente, buscamos trabajar en la calidad de la cooperación técnica: mejorar la transparencia y en la rendición de cuentas y el impacto social de nuestro trabajo.