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Eric Maskin, premio Nobel de Economía.
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Eric Maskin, premio Nobel de Economía, aseguró que es un buen camino para Colombia empezar a transitar a las energías limpias
El mundo se enfrenta a una variedad de desafíos económicos, políticos y sociales, como el cambio climático o la desigualdad y, en medio de la coyuntura, las propuestas y la investigación económica son claves. Para Eric Maskin, profesor en la Universidad de Harvard y Nobel de Economía en 2007, en medio de los cambios geopolíticos de los últimos años es importante buscar una mayor cooperación global.
En una conversación con La República, Maskin aseguró que una de las prioridades es centrarse en el cambio climático, a través de medidas como el impuesto al carbono. Mientras que uno de los retos para el próximo año, según el economista, es superar la tendencia global hacia el populismo y, más bien, propender por elegir políticos y gobernantes que tengan programas económicos serios.
“Hay muchas cosas que se han descubierto que funcionan en diferentes contextos, por lo que creo que es útil tratar de aprender de la experiencia internacional”.
Sobre el cambio demográfico, aseguró que los sistemas pensionales deberían contemplar un aumento en la edad de jubilación para no dejar una carga excesiva en las próximas generaciones.
Bueno, creo que la prioridad de los economistas debería ser trabajar por una mayor cooperación global. Hay tantos desafíos que enfrentamos que no pueden resolverse sin cooperación. Luchar contra la desigualdad, luchar contra el cambio climático, hacer una transición energética hacia las energías verdes. Todos estos son problemas económicos, pero también problemas políticos en los que los países del mundo deben colaborar.
Sí, lamento decir que en los últimos años, y probablemente el Covid agravó esto, ha habido una mayor tensión entre Estados Unidos y China, por ejemplo. Y, obviamente, hay un conflicto entre Rusia y Ucrania. Y eso es preocupante. Vemos que ahora hay tensiones dentro de la Unión Europea, que puede amenazar su unidad. Entonces hay mucho de qué preocuparse. Pero creo que también hay muchas oportunidades para superar estos obstáculos.
Podría ocurrir. Espero que no sea así. Creo que Estados Unidos y China tienen más que ganar uno del otro que temerse mutuamente. Y espero que tengan un acuerdo más colaborativo. Pero debo admitir que por el momento no vamos en esa dirección.
Hace mucho tiempo, los economistas señalaron que un impuesto al carbono podría ser una herramienta muy poderosa para resolver el problema. Porque bajo un impuesto al carbono, si emites dióxido de carbono, pagas por ello, pagas el daño que causas. Y eso significa que el incentivo privado de un individuo es el mismo que el incentivo social para detener las emisiones.
Ahora, lamentablemente, los impuestos al carbono no se han adoptado ampliamente. Creo que una función de los economistas es seguir recordando al público y a los políticos que un impuesto al carbono es una política mucho mejor para acabar con el calentamiento global que cualquier otra política.
Creo que sí. Quiero decir, Colombia, por supuesto, no es uno de los mayores emisores del mundo, así que no es uno de los grandes villanos de la historia, como Estados Unidos y China.
Sin embargo, el mundo entero avanza hacia una energía no basada en carbono. Y simplemente para mantenerse al día con las nuevas tecnologías y las nuevas prioridades económicas, creo que tiene sentido que Colombia haga lo mismo.
Algunos de los mayores desafíos son en realidad políticos. Es importante asegurarse de que sean elegidos políticos que tienen programas económicos serios, en lugar de populistas que proponen programas económicos que suenan atractivos pero inviables.
En Estados Unidos se acercan las elecciones presidenciales, y creo que sería muy malo para Estados Unidos y, de hecho, para todo el mundo, si Donald Trump volviera a ocupar el cargo. Pero vemos que ocurre lo mismo en muchos otros países, donde los populistas están llegando al poder. Esto es preocupante y será un desafío superar esa tendencia.
Ya ha habido muchos trabajos que solían ser realizados por humanos y que ahora los realiza la IA. Sin embargo, creo que existe una posibilidad real de que en el futuro la nueva tecnología de IA pueda verse como un complemento del trabajo humano. Vimos un fenómeno similar en la revolución industrial de principios del siglo XIX. Creo que existe una posibilidad real de que eso suceda con la IA, que termine mejorando la productividad y los salarios de las personas. Pero eso llevará tiempo.
La IA es un hecho tan importante en la vida actual que no se puede ignorar. Debería estar en la reforma laboral y, de hecho, no veo ningún problema en la idea de intentar frenar la adopción de la IA para que el mercado laboral tenga la oportunidad de mantenerse al día.
No conozco los detalles de la reforma de pensiones en Colombia, pero puedo decir por experiencia en Estados Unidos que una cosa que deben tener en cuenta es que las personas viven considerablemente más, es decir, pueden trabajar hasta una edad mayor. Tiene sentido que tal vez pospongan la edad de jubilación por dos razones. En primer lugar, la gente puede trabajar más tiempo; pero también, dado que viven más, la generación joven tendrá una carga demasiado grande para mantener a todas estas personas mayores.
Desafortunadamente, estos enormes cambios políticos son perturbadores. Como economista prefiero el cambio gradual, pasar de un extremo al otro hace la vida difícil para todos, especialmente para los inversionistas y para las empresas, que intentan predecir el futuro.
Eric Maskin es profesor en Adams State University y de Economía y Matemáticas en Harvard. Ha realizado contribuciones a la teoría de juegos, la teoría de los contratos, la teoría de la elección social, la economía política y otras áreas.
Recibió su doctorado de Harvard y fue becario postdoctoral en Jesus College, Cambridge. Fue miembro de la facultad del MIT de 1977 a 1984, de Harvard de 1985 a 2000 y del Instituto de Estudios Avanzados de 2000 a 2011.
Se reincorporó a la facultad de Harvard en 2012. En 2007, recibió el Premio Nobel de Economía (con Leonid Hurwicz y Roger Myerson) por sentar las bases de la teoría del diseño de mecanismos.
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