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América Latina y el Caribe ha reaccionado frente a esta realidad, que se convierte en una trampa de pobreza, ya que en la mayoría de los casos, estos niños serán padres y madres de familia pobres. En efecto, 42% de ellos viven en hogares pobres.
Con el fin de ser la primera región libre de trabajo infantil, se aprovechó la oportunidad de encuentro durante la III Conferencia Mundial, en Brasil el año pasado. Se asumió un compromiso de acelerar, de forma conjunta, la erradicación del trabajo infantil.
Durante la 18ª Reunión Regional Americana, que se está llevando a cabo en Lima, Perú, se firmó una Iniciativa Regional. 25 países, representados por sus ministros de Trabajo, buscarán acelerar la meta de eliminación. Con esta se creó un documento marco en el que se definen los objetivos, los resultados esperados y las principales líneas de acción.
La idea es erradicar las peores formas en 2016 y toda forma de trabajo infantil en 2020.
Perpetuando la pobreza
Según las últimas estimaciones, en el mundo trabajan 168 millones de niños, niñas y adolescentes, una reducción de casi un tercio respecto al 2000 (78 millones menos).
Guillermo Dema Rey, especialista regional en Trabajo Infantil y Empleo Juvenil de la OIT, afirmó que va a ser muy difícil alcanzar las metas globales, por lo que es importante acelerar las acciones de los países.
“Es necesario redoblar esfuerzos y poner el mensaje de urgencia. Hay que diseñar estrategias nuevas, ser más innovadores, sobre todo para los que trabajan en el sector rural. Muchas de las políticas son más urbanas”, dijo el experto. En la Región, 5 de cada 10 niños trabajan en la agricultura.
Dema Rey recalcó la incidencia del trabajo infantil en los ciclos de pobreza. “El trabajo infantil es una mala apuesta. Niños que tienen que trabajar a edades prematuras tienen comprometido su futuro laboral. Perpetúa un ciclo de pobreza y exclusión. Los niños que trabajan hoy en la mayoría de los casos están condenados a ser padres de familia pobres”.
Países que preocupan
Los expertos de la organización especializada en materia laboral de las Naciones Unidas destacan políticas y estrategias en diferentes países como Brasil, Argentina y Colombia. Sin embargo, hay otros que han aprobado leyes que atentan contra los principios de justicia laboral.
Uno de esos es Bolivia, el cual en julio de este año se aprobó un nuevo código de niñez y adolescencia. Este tiene un capítulo que aborda la protección en el trabajo, en el que expresa el permiso a trabajar a partir de los 10 años.
El convenio 138 de la OIT (1973) fija la edad mínima laboral en 14 años y se flexibiliza para entre los 12 y 14 años para trabajos ligeros.
“Esta baja de la edad mínima, en principio, está por fuera de lo que marca el convenio de la OIT, y de la tónica general, en donde la mayoría de los países han aumentado la edad a los 15 años e incluso 16 años”, dijo el Dema Rey.
En Bolivia, 800.000 niños y niñas son los que estarían trabajando (cifras a 2008), entre los 5 años y 17 años, lo que representa 26,3% del total de niños en ese tramo de edad.
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