“El paradigma hoy es el acceso a los alimentos”, señaló Bernardo Kliksberg

Así lo aseguró en entrevista con LR Bernardo Kliksberg, asesor principal del director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, quien visitó el país para la inauguración del año lectivo de la Cátedra Bernardo Kliksberg: ética y empresa, creada por la Universidad EAN. 

La FAO ha destacado a Colombia como país con potencial de ser despensa agrícola en el mundo, ¿qué importancia tiene? 
En general América Latina es una reserva estratégica fundamental para el mundo en materia de alimentos porque goza de privilegios naturales, como tener la tercera parte de las aguas limpias del planeta, condiciones de suelos excepcionalmente favorables para la producción de alimentos básicos y una tradición agrícola muy importante. Además, en sus países se ha desarrollado de manera importante el cooperativismo, que es uno de los ejes que está impulsando el director general de la FAO, José Graziano da Silva, por ser un modo organizacional que se adecúa a la potencialización del pequeño agricultor pobre. En Colombia hay posibilidades significativas en este campo. 

¿Hacia dónde deben ir los países en ese sentido? 
Estamos en una época donde para el tema general de los alimentos se replanteó el paradigma, pues el énfasis siempre fue la producción de alimentos; el foco estaba puesto en modernizar, productivizar e incorporar nuevas tecnologías. Pero hemos aprendido que no es solo eso. Según el Comité Mundial Alimentario, hoy se produce alimento para 10.000 millones de personas, pero la población mundial es de 7.200 millones. Sin embargo, hay 805 millones de hambrientos en condiciones de pobreza extrema y 2.000 millones más que carecen de nutrientes esenciales. El tema hoy es el acceso a los alimentos por la desigualdad. 

¿Qué pasa con el campo? 
Ese patrón se reproduce: el desperdicio de alimentos que se pierden en el proceso de producción de los pequeños agricultores porque no tienen manera de conservarlo y si no los logran colocar inmediatamente se pierden. Al campo lo afectan profundamente dos cosas: la desigualdad y el cambio climático. 

¿Cómo? 
La desigualdad expresada en inmensos latifundios y pocas hectáreas en manos de agricultores con poquísima tierra y casi sin instrumentos tecnológicos elementales. Y el cambio climático es algo que ya está sucediendo para los productores pobres del mundo que son los más vulnerables a fenómenos como la desertificación de sus tierras. 

¿Cómo interpreta la variación en el precio de los alimentos? 
El precio de los alimentos se ha mantenido relativamente alto, nunca volvieron a los niveles anteriores a la gran suba durante la crisis de 2008 y 2009 y son volátiles, esos episodios de variación suceden con mucha frecuencia, basta con que una de las variables cambie, como los transportes acá en Colombia, para que se dispare totalmente. La volatilidad además crece por la especulación y por variaciones externas como las de la Bolsa de Chicago. 

¿Qué percibe que hace Colombia por superar los problemas de hoy? 
Colombia está usando todas estas potencialidades pero no basta que se haga, importa mucho la escala y en buena parte de América Latina la escala hay que ampliarla mucho más porque la idea está, no estamos descubriendo nada mágico. Hay que hacer un mapeo a fondo de los agricultores pobres, saber exactamente dónde están localizados, construir una red de contacto. Ha habido grandes programas rurales en Colombia apoyados por organismos internacionales, pero todo lo que se ha hecho en la región quedó estancado, no siguió avanzando y continúa habiendo un gran porcentaje rural. Lo que hemos hecho es poco, hay que hacer mucho más. 

¿Cuáles son los retos? 
Viene una época de vacas flacas por el estancamiento de la economía mundial lo que implica dejar nuevamente atrás a los pobres, contraer los programas sociales, lo que puede ser fatal; más que nunca hay que hacer política contracíclica, mantener los avances y tratar de profundizarlos. Además no es por hacerle un favor a los menos favorecidos, también es ganancia para la economía el hecho de crear cadenas de producción, promover la pequeña y mediana empresa que es un motor de crecimiento y hasta reducir la criminalidad. Esa armonía social redunda en todo, la inclusión con equidad es más sostenible. 

Usted destaca mucho la labor del Gobierno, ¿cree que el cambio está en esas manos? 
En mis 64 libros destaco que todos los actores tienen una responsabilidad ética ineludible. Necesitamos políticas públicas porque son la actividad de toda la sociedad junta, un esfuerzo colectivo, pero también es importante la iniciativa privada, que la Responsabilidad Social Empresarial sea una aliada del Gobierno, cree unas ideas y se articule con las existentes. 

¿Los subsidios son una opción viable? 
Hay una disciplina que se llama gerencia social y viene ganando terreno desde hace 25 años en América Latina, esa materia señala que es usual plantear que los subsidios son sinónimo de asistencialismo, que no ofrecen soluciones y crean malos hábitos. Pero la gerencia social dice que es una falacia, hay que ayudar ya mismo, porque el hambre mata, a  través de modelos organizacionales que empoderen a las comunidades pobres. 

En manos del Gobierno 
El experto ha indicado en los 64 libros que ha escrito hasta el momento que todos los actores tienen una responsabilidad ética ineludible. Sin embargo, resalta que se necesitan políticas públicas “porque son la actividad de toda la sociedad junta, un esfuerzo colectivo”, pero que estas deben estar aliadas con la iniciativa privada, cuyas propuestas se pueden articular con las existentes.

La opinión

Rafael Zavala 
Representante de la FAO para Colombia  
“Los retos de la seguridad alimentaria y la agricultura van más allá de lo que puede hacer el Gobierno desde un ministerio”.