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Habría una depreciación contenida del peso, que rondaría $4.150 por dólar al cierre de 2025.
Este panorama fiscal representa un desafío; ya que, los ingresos efectivos podrían ser inferiores frente a las proyecciones oficiales
El gasto del gobierno nacional central se ubicó en 18,7% del PIB en 2019 y para 2024 aumentó a 23,2% del PIB, es decir, hubo un alza de 4,5%. Este incremento se debió a mayores recursos destinados al Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, la salud y el pago de intereses. Aunque el Gobierno ajustó la inversión, esto no alcanzó a compensar el crecimiento en los gastos.
Los ingresos también crecieron, aunque en menor medida. Bbva Research señaló que pasaron de representar 16,2% del PIB en 2019 a 16,5% en 2024, pese a la existencia de tres reformas tributarias en ese período.
Se indicó que la deuda neta ronda en 60% del PIB y que el pago de intereses absorbió alrededor de 4,4% del PIB, lo que reduce la capacidad de maniobra fiscal del Gobierno y encarece el financiamiento tanto público como privado.

Los economistas advirtieron que este panorama representa un reto, ya que, los ingresos efectivos podrían ser inferiores a las proyecciones oficiales, mientras que el gasto primario se mantendría por encima de los patrones recientes. A lo que se añade que una de las consecuencias sería que el déficit aún superaría los supuestos oficiales.
Para 2026, el resultado es incierto y dependerá del alcance de la reforma tributaria, la disciplina en el gasto público, la dinámica del recaudo y el costo de la deuda.
Entre otras proyecciones económicas, se señaló que el PIB crecería 2,5% en 2025 y 2,7% en 2026, mientras que la inflación cerraría en 5% en 2025 y 4,3% en 2026.
Lo anterior está conectado con la tasa de interés del Banco de la República. Según los analistas de Bbva Research, esta se ubicaría en 9,25% en 2025 y bajaría a 8,5% en 2026.
Se proyectó que el consumo privado liderará la dinámica interna en 2025. Luego se moderaría progresivamente para darle paso al sector de edificaciones residenciales y no residenciales, que tendría un papel más protagónico hacia finales de 2026.
En cuanto al tipo de cambio, habría una depreciación contenida del peso, que rondaría $4.150 por dólar al cierre de 2025, con un nivel similar a finales de 2026. Sin embargo, a lo largo del próximo año podría ubicarse temporalmente por encima de ese umbral y mostrar mayor volatilidad, debido al periodo electoral, el aumento del déficit externo y decisiones internas de política monetaria.
La entidad financiera concluyó que hay tres desafíos en materia fiscal. El primero es la reactivación y la inversión, destrabando proyectos de infraestructura, vivienda y energía. El segundo es el fortalecimiento de la ejecución presupuestal y una mayor austeridad. El tercero, el empleo y la formalización laboral, con medidas como la contratación formal de jóvenes y mujeres, alivios para el primer empleo y la implementación de una bolsa nacional de empleo que integre diversos sectores.
Defienden alza moderada del mínimo, consecuente con propuestas de empresarios y de Anif y Fedesarrollo (7,3% y 7% cada uno)
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Entre lo indexado al salario mínimo están la vivienda de interés social, la consulta médica general con médico particular, entre otros