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Esta es la segunda edición de este índice que mide la competitividad de 23 ciudades a través de 97 indicadores.
El Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario presentaron hoy la segunda edición del índice de Competitividad de Ciudades (ICC) en el que se destacó que Bogotá, Medellín y Bucaramanga fueron las ciudades más competitivas del país.
Mientras que Bogotá obtuvo una calificación de 7,57 sobre 10; Medellín quedó en segundo lugar al alcanzar un puntaje de 7,09; y Bucaramanga en el tercero, con 6,22.
Detrás se ubicaron otras como Cali, que tuvo una puntuación de 6,08; Barranquilla ocupó el quinto lugar con 5,78 puntos; y Manizales quedó con 5,70. Por su parte, Tunja, Pereira y Popayán quedaron con 5,58, 5,49 y 5,11, respectivamente.
“Los rankings son útiles para establecer referencias e identificar buenas prácticas. Sin embargo, este ejercicio va más allá de una competencia entre ciudades o de un juego de suma cero, donde la ganancia de una ciudad es la pérdida de otra”, manifestó Rosario Córdoba, presidente del Consejo Privado de Competitividad.
El ICC mide la competitividad de 23 ciudades y áreas metropolitanas a través de 97 indicadores agrupados en 12 pilares como lo son las instituciones, la infraestructura y equipamiento o la sostenibilidad ambiental, entre otros.
Sin embargo, hay que destacar que el ICC de 2019 no es comparable con los resultados publicados el año anterior debido a que en esta ocasión se incluyó una nueva metodología propuesta por el Foro Económico Mundial.
"Se incluyeron cambios como que se eliminó el uso de las etapas de desarrollo, se agregó el factor de capital humano y se introdujeron tres nuevos pilares: el entorno para los negocios, el mercado laboral y el sistema financiero", explicó Jhon Rodríguez, coordinador del Centro de Estudios en Competitividad Regional de la Universidad del Rosario.
Entre las razones que dieron se encuentra la dinámica de la inflación anual durante el año, la cual se espera que cierre en niveles similares a 2024
La calificadora señaló que el déficit fiscal seguirá presionando al alza la deuda pública como proporción del PIB en el mediano plazo
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