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CONSUMO

Pasos para una buena inversión

viernes, 28 de octubre de 2022
La República Más

Julián Cárdenas

Antes de poner el dinero en una inversión debe preguntarse cuál es su objetivo, cuánto puede invertir, cuál es el riesgo que está dispuesto a asumir, el costo de hacer la inversión y en sí, en qué tipo de vehículo quiere estar. Un buen punto de partida es ser sincero en reconocer qué tipo de inversionista es, para lo cual hacer una encuesta de perfil de riesgo le puede ayudar, así como establecer el horizonte de la inversión. En ese punto de encuentro, del perfil y el horizonte, definir el universo de posibilidades que posee.

Es decir, si tengo un perfil conservador mis posibilidades deben contar con una característica conservadora. Es un error común lo contrario: un cliente moderado con una inversión de altísimo riesgo. No solo es importante elegir un buen caballo sino conocerse como jinete, y mantenerse en la silla cuando el caballo es brioso.

En este proceso debe entender que cada inversión tiene su momento, depende del ciclo económico, y está expuesta a cambios repentinos por otros eventos que son difíciles de anticipar, como, por ejemplo, eventos de geopolítica. Así, las soluciones diversificadas han demostrado ser en el tiempo la opción más adecuada y ordenada para invertir, las cuales si bien pueden tener ajustes en el tiempo no pierden su universalidad, con un balance de buenos frutos al final.

Pero aún con un exitoso proceso de selección, el estado de ánimo del inversionista juega un papel fundamental, en el que la mente puede convertirse en su peor enemigo. De tal manera, no basta con saber el tipo de perfil de riesgo y elegir el vehículo de inversión que se ajuste a su horizonte y expectativa de inversión, sino que cuando algo falle, en el sentido de tener desvalorizaciones (seguro que pasará), usted pueda comprender su comportamiento y no tire la toalla en un momento inadecuado por una jugada de su mente.

Recordemos que al árbol se le pueden caer las hojas, pero no por eso debemos talarlo.
Cuando uno busca un objetivo en la vida debe enfrentar muchas veces caídas y triunfos, que pasa por el proceso de aprender, corregir y avanzar. Igual pasa en las inversiones, en las que encaramos caídas y alzas, cambio de entornos y ajustes de expectativas. Independientemente del nivel de conocimiento, los movimientos del portafolio generan una respuesta emocional natural en los inversionistas.

Allí es donde uno entiende la importancia de contar con un buen asesor, no para que deje de sentir ansiedad, pánico u optimismo, sino para ser empático y acto seguido, explicarle las razones de los movimientos, las expectativas, las estrategias y recordarle su objetivo de largo plazo. De tal manera, el consultor o asesor se convierte en una pieza fundamental en el proceso de inversión, es quien lo guía y muchas veces quien debe decir no.

Existen varias etapas en la psicología del mercado, que transitan de un extremo al otro de las emociones: inician, terminan y se repiten. Un punto inicial puede ser el de no creer, postura que se presenta tras un periodo de pesimismo, de caídas. Ya cuando llegan las primeras alzas en el mercado, estos incrementos confunden al inversionista porque piensa que volverá a caer, por eso tiene dudas de lo sostenible de la recuperación.

De ahí pasa a la esperanza de un posible movimiento alcista en el mercado, cuando el mercado se recupera desde los mínimos y este comportamiento se mantiene. Luego viene el optimismo, cuando el mercado va al alza debido a esa confianza y mayor seguridad de que los incrementos son reales. Después viene la emoción que trae consigo ver las ganancias y ahí se fortalece el optimismo: la idea de comprar es abierta y vocal. Le sigue la euforia: los precios tocan un pico y esta es una de las etapas más peligrosas porque los inversionistas se consideran genios y empiezan a ver un futuro con incrementos similares.

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