Lo grave no es que el técnico Hernan Darío Gómez (1956) le haya pegado a una mujer en un bar y haya renunciado a la selección por ello, lo preocupante es que uno de sus mayores defensores haya sido la senadora antoqueña Liliana Rendón, con argumentos vanguardistas como: "si mi marido me casca, fue porque me lo gané". Inquieta ahora pensar en la frase atribuida a Churchill: "cada pueblo tiene los gobernantes que se merece".