Luis Eduardo Garzón (1951), el alto consejero de Santos (1951), quería irse para Caracas como embajador, según sus colegas de Palacio, pero algo sucedió y no se le dio. Se le atravesó Luis Eladio Pérez (1953), que se devuelve de Lima, donde no estuvo mucho tiempo como embajador y en donde no puede mostrar buenos resultados. Vuelve y juega la improvisación en las representaciones diplomáticas en el vecindario.