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La producción mundial de aceite de palma se calcula en más de 3.000 millones de toneladas métricas. Y es así como los principales países productores, como Malasia, Nigeria y otros países africanos y sudamericanos, han dispuesto de tecnología de punta para sus procesos de siembra. Un ejemplo es la fertilización de suelos.
En ese sentido, para preservar el recurso del suelo y conseguir buenos rendimientos, restituir los elementos extraídos de la palma de aceite se convierte en una actividad prioritaria para los pequeños y grandes productores de este árbol. Más aún en Colombia, donde las deficiencias nutricionales son comunes.
Aunque el objetivo de aumentar la productividad debe ser uno de los principales intereses del palmicultor, también es importante el balance adecuado de nutrientes en una palma para se cumplan todos sus ciclos fisiológicos y esté en capacidad de responder eficientemente a los factores que la afectan, como plagas, enfermedades o condiciones climáticas extremas.
Es así como los trabajos en Colombia han demostrado que un manejo adecuado de la fertilización ha llevado a incrementos de productividad en cerca del 45%.
Para José Leibovich, especialista agrícola de la Oficina para Aprovechamiento del TLC con EE.UU., el sector palmicultor en Colombia podría quintuplicar la producción que hoy en día existe, “si se tiene en cuenta los factores de producción de suelos y tecnología especialmente en este verano, donde este evento ha generado un problema complejo que genera grandes dificultades de abastecimiento de biocombustibles demandados en EE.UU”, dice.
Sin duda, este es un factor fundamental para superar las diferentes barreras de productividad del país, el cual está asociado, según los expertos, en un inadecuado manejo de la fertilización, en especial con la producción de menor escala.
Por lo tanto, dichas prácticas se deben convertir en un plan estratégico que apunte al logro, no solo económico, sino medioambiental, de manera que sea un ejemplo de proyecto sostenible en la palmicultura.
