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Lo vivido y lo aprendido se ha desvanecido en el horror; lo único que queda es el eco de un vacío que mutila el futuro. Parece que jamás sabremos si un día seremos.
Confinados en el rincón más oscuro, no hay espacio a la inspiración; con el peso del aire muerto, la violencia no sabe callar, nadie calla, palabras huecas, nadie sabe qué más decir. Balas que recibimos todos, el dolor no tiene forma, un ciclo sin fin, la herida que no cierra, no hay refugio, se borra la memoria, la capa del hastío y su repetición es la herencia más cruel; la fatiga no descansa, la zozobra, el sobresalto y el escalofrío, miedo en la espalda: ha vuelto el huésped más oscuro, como si vivir fuera cargar lo que duele sin conocer lo distinto. El odio sembrado ahogó la vergüenza, todo es un filo, la furia es espesa, los gestos son golpes, el río sombrío, sucias las huellas, veneno y ardor, se cae el suspiro, no encuentra consuelo, no hay quien lo lleve, quema el respiro, ya no es alivio, la luz se ha rendido, el aire intoxicado consumió el oxígeno, la palabra y la aproximación, el resentimiento se apropió del jardín, como si todo fuera poco retumban testimonios que enarbolan su escasez y sus flaquezas en las puertas del recinto del dolor, para vociferar preceptos enmascarados de patriotismo que solo buscan distraer el también vacío de espíritu, de intelecto y de grandeza que les habita, sin respetar si quiera, las grietas del corazón.
¿Dónde está el puente que inhala el deseo después de la tarde del miedo? La semilla lejana será la utopía en el fondo del alma, lugar donde un día quizá en la mañana florezca ternura, pero el amor y el deseo bajo el escombro no existen, entonces el sueño imagina de nuevo que tal vez un día no habrá un imposible, vendrá el brillo sin ruido a sembrar otra llama y a aclamar otras voces, otras voces distintas, todas distintas, de tintas distintas, sin almas partidas, sin gritos ni histeria, sin transes ocultos, sin rostros huraños, sin lenguas de acero, ni balas perdidas, miradas más dulces aun provenientes de retazos de humanos que buscan mañana un presente más claro, de cantos más vivos, consuelos profundos y seres que vibran y laten a un ritmo compuesto de ascenso, y de otro albedrío.
Bañado de dolor, impotencia y ruido, rebusco la fuerza tranquila en el aliento perdido, poema y plegarias fundidas por otro destino. Que Dios alimente, proteja y bendiga la vida de Miguel, la nuestra y la del limpio futuro que se ha hecho esquivo.
Una verdadera política cafetera, bien liderada, requiere arreglar el lío de la Flota Mercante, subsanar el déficit que significó el regalo de $500.000 millones a las cooperativas
Se requiere utilizar los criterios objetivos de un cazatalentos, como si Colombia fuera una empresa, y escoger al gerente que pueda implementar el “plan de negocios” para el éxito nacional