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Analistas 05/02/2022

Por qué negar las direcciones

Vicente Echandía
Diplomático
Analista LR

Desde hace algunos años he oído un argumento que se repite cada vez con mayor frecuencia y que sigue sin hacer mucho sentido para mí. Cuando a líderes políticos les preguntan si se consideran de izquierda o de derecha, la gran mayoría tiende a evadir una respuesta directa y en cambio termina diciendo que ese no es un punto importante. Lo recordé la semana pasada porque una vez más, en el debate de candidatos que realizaron dos medios de comunicación, se repitió la escena.

De tanto repetirlo, se ha convertido en una verdad a medias y si seguimos en las mismas, dentro de poco ya será verdad completa. Puede ser el temor que tienen a perder adeptos si se ubican a un lado o el otro, o que siguiendo las mejores prácticas de la comunicación política, no quieren complicarse con una explicación larga y compleja, sino mantener las cosas sencillas. Pero creo que es importante distinguir, porque, aunque en este país históricamente no han sido especialmente claras las diferencias entre los partidos políticos, no todo puede ser lo mismo.

El argumento de quienes no quieren responder, es que lo que importa no es si uno es de izquierda o de derecha, sino resolver los problemas. Que la pobreza, la inseguridad, y todos los demás males que nos aquejan, no saben de lados ni de enfoques políticos; lo importante es acabarlos. Y claro. En un sentido, eso es lo importante.

Pero igualmente importante, es la manera en que se propone resolver esos problemas. Y ahí es donde la izquierda o la derecha realmente toman forma. Por poner un ejemplo. En los Estados Unidos dicen que la diferencia entre izquierda y derecha, o demócratas y republicanos, es “God, gays and guns” (Dios, homosexuales y pistolas). Esto, en una simplificación, se refiere a la visión que tienen unos y otros frente al aborto, los derechos de los homosexuales y el derecho a portar y usar armas de fuego.

En el contexto colombiano, los temas son otros, pero la diferencia en visiones se aplica igual. Tomemos la pobreza. Desde la visión de la izquierda, la solución pasa por una mayor intervención del Estado, por lo que se deben subir los impuestos para redistribuir el ingreso y terminar con la pobreza. Para la derecha, se debe buscar una menor intervención del Estado, por lo que se deben eliminar impuestos para que las empresas puedan generar más y mejores empleos y así acabar con la pobreza.

Las dos visiones quieren acabar con el mismo problema, las dos quieren mejorar la situación para los que tienen menos ingresos, pero los caminos que utilizan difieren ampliamente. Por esta razón, los resultados también difieren. Lo mismo pasa con la manera en que se enfrenta la inseguridad, los retos del campo o la prestación de los servicios públicos. No se trata de que los de derecha privilegien el bienestar de los ricos o que los de izquierda sí sean los que trabajan por los pobres. Eso sería suicidio político. Ambos, los de un lado y los del otro, quieren un mejor país para todos.

Ya le queda a cada uno de nosotros escoger cual visión lo representa más, o a cuál le asigna una mayor posibilidad de éxito. Tenemos bastantes historias de un lado y del otro, algunas recientes y otras más lejanas, que nos deben servir para identificar las diferencias y ver en qué resultan.

Lo importante no solo es resolver los problemas. El camino también lo es, y por eso, tener una visión más a la izquierda, a la derecha, o al centro es fundamental.

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