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ANALISTAS 18/10/2025

La reactivación como chiste malo

Silverio Gómez Carmona
Economista y periodista, y autor de "2022-2026: El desastre anunciado del último Aureliano"

El crecimiento de la economía colombiana entre 2002 y 2022, esto es, los dos gobiernos de Uribe, los dos de Santos y el de Duque, fue de 4% promedio anual, contando la caída por la pandemia en 2020 que fue corregida con un gran repunte en 2021.

En el primer semestre de 2022, el desempeño ascendió a 10,5%, en el tercer trimestre ya con Petro bajó a 7 y en el último cuarto de año se desplomó a solo 2,9%. En 2023, ya atribuible totalmente a Petro, el PIB solo aumentó 0,6% y en 2024 tuvo un ligero repunte hasta un mediocre 1,6% muy lejos de la tendencia de las dos primeras décadas de este siglo.

Con el crecimiento raquítico que tuvo Colombia en el período 23-24 muy por debajo de la tendencia, en 25-26, así el gobierno lo reclame por crecer poco más de 2%, se requeriría que entre 2027 a 2030 se diera un aumento de 6,2% anual, más de tres veces lo alcanzado en el cuatrienio de la pesadilla en la que metió a Colombia el auto llamado gobierno del “último Aureliano”. Dudoso incluso ese 2%, pues en el primer semestre de este año solo subió 1,9%.

Los sectores más dinámicos en términos de generación de riqueza y bienestar están deprimidos. La industria apenas tiene una leve mejoría luego de dos años de depresión, la vivienda con importante efecto multiplicador en una gran cantidad de actividades está por el piso solo por la “venganza” oficial de no permitir que planes exitosos como “Mi Casa Ya” empujaran el bienestar de la gente; la minería y el petróleo, impulsadores sin par de la inversión interna regional y del capital extranjero no pueden estar peor por la irracional e improvisada transición energética que el país terminará pagando con sangre no solo con un creciente déficit comercial sino en la vida diaria con exorbitantes tarifas de gas y energía eléctrica.

Lo que ha pasado la industria extractiva es irresponsable y es un “desastre anunciado” desde que, en febrero de 2023, Petro y su ministra Vélez anunciaron en Davos, Suiza, que no firmarían nuevos contratos de exploración petrolera y minera. Y lo cumplieron: en dos años y medio, Colombia no ha firmado contrato alguno, en tanto que en Latinoamérica se han concretado 240. El solo plan quinquenal de minería de Perú implicará inversiones de capital extranjero superiores a los US$ 60.000 millones en 67 proyectos.

Las exportaciones colombianas están estancadas. En este año a agosto fueron US$32.000 millones, las de combustibles y minerales caen 20% y las de manufacturas solo aumentan un 3%. Sin embargo, es dramática la caída en las toneladas vendidas en los primeros ocho meses frente al año anterior: pasaron de 71 millones a 58 millones, un negativo de 19,6%.

Las exportaciones de alimentos subieron en el período US$2.300 millones, pero 82% de ese aumento corresponde al bendecido café por efecto de los favorables precios internacionales. Así, que no hay nada estructural para destacar en el tema.

En los cuatro años del gobierno de Petro, el presupuesto de gastos crecerá en 59%, muy por encima de cualquier parámetro racional y eso explica en muy buena parte el desbordado déficit fiscal sin antecedentes en la historia moderna del país y su carísimo financiamiento al debe.

Por eso y por mucho más por explicar, hablar de reactivación de la economía solo se puede calificar como un chiste de mal gusto de los que se acostumbra el inquilino de la casa presidencial, así muchos colombianos sigan yendo a restaurantes, viajen en avión y compren moto o carro, lo mínimo de comodidad en el mundo de hoy.

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