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Tras reunirse el presidente electo, Gustavo Petro, con la delegación estadounidense, encabezada por el asesor adjunto de Seguridad Nacional, Jonathan Finer, se refirió al encuentro como “positivo” y destacó la voluntad para enfrentar desafíos comunes como “La paz, la crisis climática, la política antidrogas, la seguridad, y la democracia”. Pero lo que más me llamó la atención es que habló de “colaboración entre iguales”. Y lo digo porque eso es una fantasía de aquí a la China (único país que, entre otras, sí podría aspirar a hablar de iguales). Porque no solo la economía del país del norte es casi 60 veces más grande que la nuestra, sino porque nuestra relación de beneficio frente a inversiones y remesas proviene de EE.UU. Hasta nuestra balanza comercial es deficitaria. Hasta aquí no hemos hablado ni siquiera de los apoyos en temas de defensa y seguridad de los cuales somos recipientes.
Lo que me lleva a pensar que el frente más crítico que pueda tener Petro en su mandato es su política exterior. Me explico: es claro que ya la parte confrontacional de su política interna la ha ido consolidando con los anuncios de Iván Velásquez como ministro de Defensa, Patricia Ariza como mincultura, Carolina Corcho como minsalud, Giovanni Yule como director de la Unidad de Restitución de Tierras, y Danilo Rueda como comisionado de Paz. Por otro lado, ha hecho movidas sensatas con José Antonio Ocampo en Minhacienda, Alejandro Gaviria en Mineducación y Luis Gilberto Murillo como embajador en Washington. Es decir, la discusión política, académica, y en medios va a estar fuerte en Colombia a pesar de sus mayorías legislativas, que un opositor ya describió como “pegadas con babas y mermelada” ¿Y hacia afuera?
La oportunidad la tiene dorada con el gobierno de Joe Biden, que ha sido lo suficientemente considerado no solo para llamarlo inmediatamente tras su triunfo, sino para enviar no una, sino dos delegaciones para establecer diálogos. Duque incluso le allanó el camino con una reducción en las hectáreas de coca sembradas. Pero el invierno se acerca y con él vienen las elecciones de noviembre, donde los demócratas podrían perder tanto el Senado como la Cámara frente a los republicanos. Y Petro tiene en estos últimos enemigos peligrosos. Mi pregunta es …¿vamos a perder tiempo revisando un tratado comercial que tomaría meses? ¿O vamos a establecer una agenda de trabajo de socios, que sea lo suficientemente extensa y profunda para que no pueda ser víctima de un cambio de fuerzas políticas en el Potomac?
Mi conclusión es que Petro podrá decir hasta misa en Colombia, pero en el nuevo orden mundial tendrá que ser muy cuidadoso y andar con pies de plomo. Sus relaciones con el gobierno de Joe Biden serán claves para no descarrilar su Presidencia. Amlo en México lo entendió perfectamente y ya ha hecho peregrinaje dos veces: con Trump y con Biden. No puede haber pasos en falso como visita de estado a Moscú. Y todos los ojos republicanos estarán fijos en la manera como manejará el tema de Venezuela. Muy importantes serán los temas de hermandad latinoamericana y oiremos bastante al nuevo Canciller hablar sobre eso y la paz, de la cual no hemos recibido ninguna cantidad importante de nuestros vecinos, más sí dos millones de inmigrantes.
Pero al final, lo que más importa es que mantengamos la buena relación bipartidista que ha sido histórica con Estados unidos. La ventaja que tenemos es que se ha construido una alianza y una confianza que es apreciada por ambas partes. Destruir eso solo traería ruina, menor crecimiento, mercados cerrados, y menores empleos.