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Analistas 17/05/2025

Petro, no es la Monarquía sino la República

Santiago Angel

La respuesta del Presidente y su Gobierno al hundimiento de la Consulta Popular demuestra que no estaban preparados para perder. Ha sido una respuesta desorganizada en varias vías que además denota que no había plan B y que la administración está en una crisis sincera.

El Gobierno ha expuesto por lo menos cuatro caminos de respuesta. El primero fue intentar deslegitimar la decisión aludiendo al argumento del fraude. Varias imprecisiones. El ministro del Interior, Armando Benedetti, dijo que el senador Edgar Díaz, de Cambio Radical, había votado sí. No es cierto. Díaz votó en bancada con su partido. No hubo un error en el sentido de su voto. Fue una simple confusión en la mesa directiva, entre otras, porque Benedetti estaba allí irrespetando al Congreso, y la invasión al puesto de trabajo del secretario del Senado hizo imposible escuchar correctamente. Se corrigió en segundos. Benedetti y Pizarro han dicho que debía repetirse la votación, pero lo cierto es que no hubo ningún error y no podían pretender ganar accediendo a un voto que no era por el sí y no lo fue nunca.

El Presidente dijo, en una más de sus irresponsabilidades que hablan de su liderazgo, que el Congreso fue corrupto y que “fluyó dinero” para tumbar la consulta. Por supuesto, de eso no existe una sola prueba. Lo que sí está probado es el dinero que fluyó desde la Ungrd para comprar congresistas en la estrategia legislativa del Gobierno. Los ciudadanos no son idiotas. Petro habló de la “ilegitimidad” del Congreso. Supremamente grave que un presidente desconozca la legitimidad institucional porque no está de acuerdo con el resultado de un proyecto suyo.

La segunda respuesta fue establecer el mensaje de insistencia para el trámite de la reforma laboral que, tras la apelación, quedó en la Comisión Cuarta para tercer debate y que podría, bajo el consenso que exigen las reformas, funcionar. Esa estrategia es a la que el Presidente le ha gastado menos tiempo aunque es la más salomónica.

La tercera fue la del llamado al caos. Petro y su ministro del Interior han hablado de paro nacional, de huelga general, de asambleas en cabildos abiertos y del pueblo en las calles. El Gobierno está en un escenario en el que si hay violencia en las calles, pierde el control de la situación y dinamita su propia campaña electoral para 2026. Un paro como el de 2021, convocado por el propio Gobierno, es un escenario para los estudios políticos. Las manifestaciones serían esencialmente contra el Congreso, pero en la mitad quedarían ciudadanos afectados y se desgastaría el discurso con rapidez.

El cuarto fue el de la constituyente. Antes de anunciar la nueva consulta, el Presidente puso un trino largo que pasó desapercibido. Allí hizo expresiones como: “al que no quieren caldo se le dan dos tazas”, “consulta mayor”, “constituyente primario”. Petro ya había hablado de la Constituyente en 2024. Lo hizo en varias ocasiones y hoy lo vuelve a hacer con un contexto diferente porque es posible que tenga mayorías en la Corte Constitucional. Lamentable el papel del magistrado Polo.

Y, finalmente, la nueva consulta. No existe un acto más demagógico que el de la nueva consulta. Preguntar por precios de medicamentos bajos como si el Gobierno no tuviera en su control las herramientas administrativas para regular precios, algo que se hizo en el pasado, demuestra que el Presidente sí está en un laberinto y no encuentra salida. Su interés es estar en las calles para la campaña. Aunque Petro ha dicho que no le interesa reelegirse, sus actitudes demuestran lo contrario, su desinterés por un mecanismo para encontrar candidato y su desprecio por el posible sucesor que tiene más posibilidades en las encuestas son pistas de un futuro confuso.

El Presidente no sabe perder, no cree en las instituciones de la democracia liberal que equilibran los poderes para controlar los excesos. Cree en su voluntad. Uno de los políticos más cercanos y aliados, Daniel Quintero, habla de cerrar el Congreso, de constituyente. Sube a las tarimas a su lado a Alfredo Saade, que ha pedido la reelección y el cierre del legislativo. Y así desenfunda la espada de Bolívar. Ojalá el Presidente tenga la grandeza para ver el riesgo y evitar la violencia. Todo puede salirle muy muy mal.

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