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Es evidente que la tierra está al límite y esto ya no es una novedad, al contrario, los problemas ambientales, sociales y económicos, se están volviendo paisaje en el cual surge una paradoja; la gente sí se preocupa, pero no se involucra en aportar soluciones para recomponer nuestra casa común.
El tiempo para la acción ya no da más espera y se debe trabajar de manera integral, sistémica y sobre todo ética, con el fin de minimizar los daños que se han generado al planeta, aumentando las brechas económicas, sociales y por ende afectando la sostenibilidad. En el reciente estudio del Iiasa (International Institute for Applied Systems Analysis), instituto que investiga problemas globales y complejos, evidenció que quedan tan solo 10 años para realizar acciones contundentes que nos lleven a alcanzar los objetivos imperativos frente al cambio climático.
Los problemas de la tierra son tan complejos que la única manera de solucionarlos es cambiar la forma como se buscan soluciones, y es a través de un “pensamiento sistémico que se basa en el cambio fundamental de la percepción, pasando de una visión donde se ve el mundo como máquina al mundo como sistema vivo”, afirma Fritjof Capra.
Así mismo, gestionar soluciones de una forma integral, implica que el desarrollo esté en sintonía con el medio ambiente, porque estos no son desafíos independientes; ya que “el desarrollo no puede subsistir con un deterioro de la base de recursos ambientales. Estos problemas no pueden ser tratados por separado por instituciones y políticas fragmentadas. Están vinculados en un sistema complejo de causa y efecto”, recomendación dada por la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo.
Si bien la gestión sistémica e integral son fundamentales, la base para llevar a la acción es la ética, y es por ello que La Carta de la Tierra es una brújula para generar conciencia y responsabilidad con el bien común de la comunidad de vida.
La Carta de la Tierra es una declaración de principios éticos fundamentales para la construcción de una sociedad global justa, sostenible y pacífica. La Carta es una visión de esperanza y un llamado a la acción.
El preámbulo de La Carta de la Tierra hace el siguiente llamado: “Para seguir adelante, debemos reconocer que, en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras”.
Los cuatro principios que propone La Carta de la Tierra y que deben orientar los comportamientos de personas, organizaciones, empresas, gobiernos e instituciones transnacionales, son: el respeto y cuidado de la comunidad de vida, la integridad ecológica, la justicia social y económica, y, por último, pero no menos importante, la democracia, no violencia y paz.
La invitación es a conocer, difundir y apropiar este marco ético, para encontrar el verdadero sentido del Día Internacional de la Madre Tierra el próximo 22 de abril. Es necesario recordar, tomar conciencia, tener una responsabilidad colectiva y propiciar acciones urgentes frente al planeta, porque es este y sus ecosistemas, los que nos dan vida y el sustento para tener un entorno viable, equitativo, vivible, y por ende sostenible.