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Analistas 01/03/2013

La igualdad de género

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
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Los economistas latinoamericanos no le asignan importancia prioritaria al tema de la igualdad de género.  Es una omisión que debiera corregirse.  La igualdad de género es parte esencial de la modernidad.  Aspectos que conciernen a quienes se ocupan de la problemática del desarrollo tienen una estrecha relación con la consolidación de los derechos de la mujer y el avance hacia la igualdad de género.  Ése es el caso de objetivos tales como una mejor distribución del ingreso, la equidad social, la amplia disponibilidad de servicios de salud y de educación, la reducción en las tasas de mortalidad materno-infantil, la búsqueda del pleno empleo, y en general, la mejoría de los índices que miden el nivel de bienestar de la población.  Un mayor grado de equidad de género no sólo es compatible con los objetivos de modernización, sino que además, constituye un requisito para alcanzarlos. 

Estas reflexiones se originan en las discusiones que tuvieron lugar en el Simposio sobre Mercados Emergentes de la Universidad de Oxford del 2013, que fue dedicado al tema de la inequidad de género y sus causas.  Participaron en ese evento académicos, representantes del sector empresarial,  voceros de la sociedad civil, y personas procedentes de Europa, Norteamérica, África, Asia y América Latina con experiencia en diseño de políticas públicas. 
El grado de igualdad de género de una nación se mide con indicadores como los siguientes: 
la plenitud de derechos políticos y civiles de la mujer y la efectividad de las normas judiciales para garantizar su vigencia; el acceso generalizado a la educación secundaria y superior, así como a sistemas de salud de alta calidad; nivel de participación laboral y equidad en la remuneración al trabajo; presencia en posiciones directivas en el gobierno y las empresas; índices de mortalidad materno-infantil y tasa de fecundidad.  
Al hacer las respectivas comparaciones internacionales se encuentra que los países más prósperos, más democráticos y más estables son aquellos en los cuales es mayor el grado de igualdad de género.   Así lo confirma la situación de los países escandinavos.  Lo contrario sucede en países donde es mayor la desigualdad de género.  Una manifestación dramática de la desigualdad de género es la violencia contra la mujer.
Dos determinantes fundamentales de la igualdad de género son: la  plena disponibilidad de servicios de salud sexual y reproductiva; y la separación de Iglesia y Estado.  En los países donde  la autoridad religiosa prevalece sobre la autoridad civil, la mujer queda sometida a la opresión patriarcal y eclesiástica.
El movimiento a favor de la defensa vigorosa de los derechos de la mujer y de la igualdad de género, está siendo impulsado por poderosos factores de cambio de tipo económico, cultural y tecnológico a nivel mundial.  Representa un formidable cambio de actitud mental cuyo momento ha llegado. Es una causa que se identifica con el Zeitgeist, el espíritu de los tiempos.  Las instituciones políticas y religiosas que se le oponen, corren el riesgo de verse relegadas al basurero de la historia.

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