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Analistas 05/04/2018

La globalización colombiana

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

Las impresiones sobre Colombia que los inmigrantes venezolanos transmiten a través de las redes sociales resaltan, como algo novedoso, el hecho de que los anaqueles de los supermercados estén llenos de alimentos, de gran variedad de mercancías y de elementos para higiene personal. Este choque cultural ante un fenómeno que en Colombia hace parte de la normalidad cotidiana se origina en el nivel de desabastecimiento causado por un manejo gubernamental torpe que ha destruido la capacidad productiva y comercial de Venezuela. Adicionalmente, pone en relieve el contraste entre los sistemas económicos de dos naciones vecinas. Mientras una de ellas decidió aislarse para implementar el Socialismo del Siglo XXI, la otra optó por la inserción en la economía internacional. Dicho de otra manera, no obstante las similitudes culturales, los inmigrantes venezolanos están reaccionando al encuentro con una economía de mercado que se ha reconciliado con la globalización, entendida como la libertad de movimiento de bienes y servicios, de capitales y de personas.

La abundancia de mercancías en el comercio se relaciona con dos manifestaciones de la globalización. La apertura comercial explica la disponibilidad de bienes de consumo importados. La libertad de movimiento de capitales ha atraído la inversión extranjera hacia el sector retail y promovido su modernización. Además de las cadenas de grandes almacenes de capital colombiano, hay cadenas con capital francés, portugués, chileno, mexicano y holandés. La vigorosa competencia entre estas empresas se traduce en mayor variedad de productos y en precios atractivos.
La inserción en la economía internacional ha inducido un cambio en la mentalidad del sector empresarial que se ilustra con el surgimiento de las denominadas multilatinas y su fortalecimiento. Las empresas que decidieron apostarle a la apertura y prepararse para competir a nivel mundial crecieron y prosperaron. Generan empleo, producen divisas y están diversificando el aparato productivo nacional. Las que siguen pidiendo subsidios y añorando la protección se han ido rezagando.

Una muestra de la actitud receptiva hacia los vínculos con el exterior es la búsqueda de las mejores prácticas a nivel mundial para adaptarlas a las actividades empresariales nacionales. La floricultura se ha beneficiado de asistencia técnica holandesa; la porcicultura de asistencia técnica danesa. La Sociedad Portuaria Regional de Cartagena ha obtenido asistencia técnica alemana para la operación logística. Una empresa agro-industrial vallecaucana ha puesto en ejecución un proyecto de exportación de piña con asistencia técnica costarricense. Lo que revelan estos ejemplos es el convencimiento de que las empresas exitosas deben organizarse para competir internacionalmente.

A diferencia de lo que sucede en algunas naciones industrializadas, la globalización en Colombia goza de una aceptación generalizada. Salvo las contadas voces de nostalgia proteccionista, la globalización ha dejado de ser un tema de controversia pública. El mayor grado de libertades económicas con el cual se asocia, se da por sentado. Esas libertades, la independencia del Banco Central y la estabilidad macroeconómica hacen parte de la esencia del ordenamiento económico colombiano. Conviene tener presente los cambios de políticas públicas que produjeron ese resultado.

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