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Analistas 16/06/2022

Votar para no morir

Roberto Rave Ríos
Presidente ejecutivo Laick - Cofundador Libertank

A pocos días de las elecciones más riesgosas que ha tenido la historia reciente de nuestro país escribo estas letras anecdóticas sobre algunas reflexiones acerca de la confrontación de ideas en medio de esta contienda.

Hace un par de semanas recibí un ataque público de un amigo de mi universidad en redes sociales, en donde afirmaba que yo era de la “elite influyente” de la ciudad y que por esta razón no podría ser imparcial y esto me llevaba a no votar por Gustavo Petro. Luego de una discusión en donde le mostré el paz y salvo de mi préstamo del ICETEX y le increpe de manera respetuosa, me respondió: “No sabía lo del ICETEX, pero si tengo el recuerdo de que estabas rodeado de personas de influencia y quizás me deje llevar por un comentario de nuestra anterior maestra que se refirió a ti como perteneciente a esa clase”.

¿Son esos los argumentos de tantos jóvenes que votaron por la división y el odio? ¿Es ese el discurso que puede generar progreso y que puede disminuir la pobreza en Colombia? ¿Existe tal cosa en Colombia como la “clase elite”? Y si existe, ¿Cuál es la definición de “elite”? Personalmente veo empresarios de origen pobre y humilde en todo el país, empresarios que iniciaron sus negocios de la nada y que hoy con esfuerzo y sacrificio han logrado construir lo que tienen. No tendremos la sociedad que nos soñamos, si en vez de estigmatizar al corrupto, al mafioso, al bandido, al que ha matado, estigmatizamos al que ha salido adelante, al que ha triunfado, al que ha logrado construir, al que ha alcanzado el éxito. Somos presos de nuestras rabias, de nuestras envidias, de nuestras frustraciones, pero sobre todo de nuestra ceguera. Entonces ya no valen los argumentos, los indicadores, los ejemplos, la política comparada, sino que lo que manda la parada es el dolor y el odio.

En medio de esta coyuntura, de este pánico generalizado, he descubierto un grupo de personas a las que la sociedad solía llamar o calificar como “líderes”. Unos escudados en su superioridad académica y moral y otros en sus números y proyecciones financieras, han decidido perseguir su bienestar para traicionar a su pueblo, diría Jorge Robledo Ortiz en su carta “Te contamos Juan Carlos, que está la Patria enferma, Pálida y demacrada Como una limosnera. Aquí nadie es alegre ni nadie se alimenta Ni nada tiene nada ni nada nadie espera.

La Patria que dejaste vuelve a ser “Patria Boba”…..” Todo pasa, y puede pasar más, y mientras tanto los gremios y una gran parte de los empresarios: callados, otros, los más reputados, sacando el dinero del país. ¿Qué sigue después de ese acto de cobardía y traición a Colombia? ¿Quedarnos mudos mientras fallece nuestra República?. En una de las tertulias a las que suelo asistir, una persona que admiro profundamente me dijo que el verdadero líder tenía que estar dispuesto a dar la vida por su gente, por su país, por su tierra. ¿Existe algún mortal llamado líder que tenga tal disposición ante la circunstancia actual? ¿O será que los enmudeció la contienda electoral? Uno de esos personajes ficticios que solemos llamar “líder”, me respondió en una conversación: “Yo no soy mártir de nadie”. Quien no está dispuesto a ser mártir de su tierra, ni de su familia, tampoco esta dispuesto a ser mártir de sí mismo. He ahí los referentes de papel, de mentiras.

No puede ser posible que en esta sociedad de héroes de la cotidianidad, de arrieros, de pro hombres, hayamos heredado solo su capacidad de hacer dinero y disfrutarlo, pero no su espíritu de entrega y amor por Colombia. ¿Qué nos trajo a este abismo? ¿Quiénes nos dirigieron hacia la penumbra? Hoy no hay nortes, no hay caminos, y ni siquiera un legado empresarial bastó para defender la cumbre de la libertad en Colombia: Medellín. Diría de nuevo Jorge Robledo Ortiz: Si quiera se murieron los abuelos:

“Hubo una Antioquia sin genuflexiones,
Sin fondos ni declives.
Una raza con alma de bandera,
Y grito de clarines.
Un pueblo que miraba a las estrellas
Buscando sus raíces.”

En medio de esta situación, tengo la certeza de que Colombia ganará la batalla contra los liderazgos vacíos y el discurso de la “lucha de clases” y de hipótesis sobre las “elites”. La contienda es clara: las trampas, las fakes news, la rabia, la “deconstrucción”, las mentiras, las propuestas inviables, los de siempre, los protagonistas de escándalos, los que viven de nuestros impuestos, los que construyen en el terreno de la rabia y el resentimiento, los que llenan su ego y su moral con el poder de un cargo burocrático, los “líderes silenciosos”;
CONTRA la defensa de la libertad, la democracia, las empresas de todos los tamaños, las personas de todos los colores y todas las regiones Colombianas que creen que no se construye destruyendo, sino trabajando, que no se construye cobrando una coima en un contrato público, sino actuando con honor y amor por Colombia, que no se construye escondiendo la voz y acomodando los intereses particulares, sino actuando sin temor y con convicción por esta tierra.

La desesperanza no puede ganar estas elecciones, debemos salir a votar por la libertad y la democracia! ¡Votar por el INGENIERO CONSTRUCTOR!

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