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Analistas 04/07/2014

Ruralidad, diagnóstico del campo y políticas

Roberto Junguito
Exministro
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La Misión Para la Transformación Rural encabezada por el exministro de Agricultura y de Hacienda, José Antonio Ocampo, marcha a pleno vapor. En esta semana tuvo lugar la segunda reunión de su Consejo Directivo y se presentaron para análisis y discusión tres informes de avance en los temas relacionados con el concepto de ruralidad, el diagnóstico del campo y el marco conceptual de las políticas cuyo contenido general vale la pena resaltar. 

En el documento elaborado por el Departamento Nacional de Planeación, titulado Propuesta para la Definición de la Ruralidad, se parte por considerar que para establecer la población objetivo que debe ser beneficiaria de las políticas públicas de desarrollo rural se necesita tener claridad acerca de lo que se debe entender por ruralidad. Al respecto, se considera el ámbito de la población objetivo y las regiones prioritarias deben cubrir tanto las zonas rurales de las ciudades como la totalidad de los municipios rurales y rurales dispersos. Esto implica tener en cuenta un espectro más amplio y comprensivo de lo rural, frente a lo que ha sido tradicional en Colombia. El informe entra a considerar que una definición completa de la ruralidad debería contener elementos relacionados con las características demográficas de la población, los niveles de conmutación laboral, las actividades económicas preponderantes, la conectividad vial, las características étnicas de la población, la vocación y uso del suelo, la estructura de tenencia de la tierra y las diversas formas de propiedad, tales como resguardos indígenas.

Por su parte el informe titulado Diagnóstico del Campo Colombiano, preparado también por el Departamento Nacional de Planeación, hace una caracterización escalofriante. Parte por mostrar que la población en las zonas rurales se viene reduciendo y envejeciendo. En seguida señala que el mercado laboral se caracteriza por empleos de baja calidad, inestables, estacionales y de baja remuneración, pues más de 70% ni siquiera recibe un salario mínimo. Un tercer indicador se refiere a la pobreza rural e indica que si bien se vienen registrando avances en la reducción de la pobreza, se mantienen grandes brechas entre la población rural y urbana. El documento también señala que en lo que hace al ordenamiento social y productivo del territorio persiste un territorio desordenado en términos de la propiedad y el uso eficiente del suelo. El nivel de informalidad en la propiedad de la tierra es muy alto y existe una inmensa disparidad entre la vocación y el uso actual de la tierra, en la cual se destina a la ganadería una gran proporción de las tierras con vocación agrícola. En términos de los indicadores de desarrollo agropecuario ratifica que el desempeño del sector ha sido muy pobre y que un síntoma de lo sucedido se refleja en la caída muy pronunciada de la participación del sector en el producto nacional, así como los bajos rendimientos, y las reducidas y volátiles tasas de crecimiento de la producción agropecuaria. 

El tercer documento de trabajo, de autoría del Director de la Misión, entra en el meollo central del trabajo de la Misión, que está relacionado con el Marco Conceptual y de Políticas. Además de presentar un detallado análisis de lo sucedido en la agricultura colombiana y de profundizar sobre los motivos y las políticas que han conducido al enorme atraso relativo del sector rural colombiano en materia económica y social, el autor hace un detalle de la Estrategia y procede a resaltar que: “el objetivo central de la Misión será, por lo tanto, proponer políticas de Estado para que el país salde su deuda histórica con el campo como elemento esencial para construir la paz”.  

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