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ANALISTAS 25/04/2025

¿Qué harían hoy Lleras y Laureano?

Ricardo Mejía Cano
Gerente de Saladejuntas Consultores

En momentos de grandes crisis, la historia suele exigir líderes con visión de Estado, capaces de anteponer el bienestar de la nación a los intereses de sus partidos. Los líderes deben tener visión, tener claro el futuro y no enredarse en el día a día. Para el día a día esta su equipo, el líder tiene obligación de trazar el camino a largo plazo.

Colombia atraviesa hoy una profunda encrucijada: crisis de seguridad, corrupción generalizada, estancamiento económico, polarización política extrema y una creciente pérdida de confianza en las instituciones. Podría terminar como otras naciones latinoamericanas donde gobiernos populistas, una vez en el poder, debilitan la democracia y se convierten en dictaduras.

Durante décadas, el Partido Liberal y el Conservador tuvieron las polarizaciones más agudas de América Latina. Sin embargo, fue precisamente la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla la que obligó a sus líderes históricos, Lleras Camargo y Laureano Gómez, a mirar más allá de sus diferencias. Fruto de este esfuerzo fueron los acuerdos de Benidorm y Sitges, que pusieron fin al régimen militar y allanaron el camino hacia el Frente Nacional, un sistema imperfecto pero que permitió una transición pacífica hacia la democracia.

Colombia necesita liderazgos con el talante de Lleras y Laureano, capaces de unir al Centro Democrático, el Partido Liberal, el Conservador, Cambio Radical y el Partido Verde en torno a una visión compartida de país. No menciono los otros partidos, porque no hay claridad sobre su compromiso con los valores democráticos.

Colombia es un país sin rumbo. Sin metas a largo plazo ni estrategia. Para lograr el gran salto que dieron Singapur, Taiwán, Corea del Sur y China se concentraron varias décadas en ser los mejores en cuatro pilares: Educación, Justicia, Infraestructura y apoyo a la iniciativa privada. Con un poco de imaginación, más ayuda de la inteligencia artificial, traté de proyectar cual sería la reacción de Lleras y Laureano frente a le encrucijada de hoy.

Lleras Camargo, gran defensor de la educación, entendería que, sin una transformación educativa, Colombia no podría insertarse en la economía global y del conocimiento. Laureano, promotor de la formación técnica, habría apoyado un sistema educativo que fomente tanto los valores como las capacidades productivas del ciudadano. Para ambos, nuestras actuales brechas educativas nos condenarían a vivir en una inequidad insoportable.

El desprestigio de la justicia en Colombia es uno de los principales obstáculos para la democracia. Tanto Lleras como Laureano -a pesar de sus diferencias- creían en la institucionalidad. Una reforma profunda del sistema judicial sería una prioridad inaplazable bajo el liderazgo de ambos.

Colombia sigue siendo un país fragmentado física y socialmente. Sin infraestructura de calidad no hay desarrollo posible. Laureano Gómez, ingeniero civil de formación, fue un gran impulsor de la modernización física del país. Lleras, como presidente, apoyó proyectos que mejoraron la conectividad nacional. Hoy, ambos apostarían por un megaproyecto de infraestructura para conectar las zonas productivas, facilitar la exportación y garantizar el acceso a servicios básicos a toda la población.

Laureano, de pensamiento conservador, siempre defendió el papel del empresariado nacional como columna vertebral del desarrollo. Lleras, liberal, comprendía que sin sector privado no hay generación de riqueza. Ambos coincidirían en la importancia de apoyar al emprendimiento, la inversión y la formalización empresarial, en especial de las pequeñas y medianas empresas.

Los grandes proyectos nacionales no se construyen en cuatro años. Se necesitan al menos dos décadas de continuidad institucional, presupuestal y técnica. Por eso, el ejemplo de Lleras y Laureano es tan necesario: nos recuerdan que solo mediante el consenso y acuerdos políticos se pueden implementar reformas duraderas.

Los partidos democráticos colombianos deben salir del círculo vicioso de la polarización y el escándalo diario, y comprometerse con un pacto de Estado, haciendo énfasis en estos cuatro pilares. Si no lo hacen, perderán toda legitimidad, y la ciudadanía caerá en la desesperanza que alimenta el autoritarismo.

El país no puede seguir improvisando con gobiernos sin rumbo ni instituciones sin legitimidad. Se necesitan líderes que asuman la tarea de construir un gran acuerdo nacional, como lo hicieron Lleras y Laureano en su momento.

O Colombia logra un consenso nacional que siente las bases para una transformación estructural, o caerá en la trampa de los populismos autoritarios. El momento de actuar es ahora.

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