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Analistas 21/03/2023

¿Y dónde está el piloto?

Analista LR

La industria aeronáutica es por definición volátil, entre otras, por el alto impacto que tiene en su modelo de negocio las constantes alzas y bajas en el precio de combustible, las cuales dictan en gran parte su resultado operativo final.

Así mismo, en la última década, la industria se ha encontrado gravemente afectada por la volatilidad de los gobiernos y políticos de turno. Estos últimos con el afán de ganar seguidores (antiguos electores), hacen eco rabioso de cualquier queja de un pasajero contra las aerolíneas, así el origen del reclamo fuese el rechazo de la aerolínea a acomodar un semoviente cebú de 400 kilos en cabina como animal de soporte emocional.

Otros altibajos han sido las promesas de ayuda a la industria en tiempos de pandemia. Según dichas promesas, la ayuda sería para todas las industrias y en igualdad de condiciones. Pero paradójicamente cuando las aerolíneas no pidieron plata regalada, sino préstamos con intereses y dando activos valiosos en prenda, la respuesta fue básicamente un rotundo e inexplicable, “no hay plata para prestar con garantía a las aerolíneas, preferimos regalar la plata”.

Si todo lo anterior no fuese suficiente, ahora Avianca y Viva se encuentran desde hace meses, volando por instrumentos en los vericuetos estatales, toda vez que no existe visibilidad que permita entender el raciocinio en las demoras y negativas de las autoridades, sobre una integración necesaria para las dos empresas y sus empleados.

Primero, la Aerocivil haciendo caso omiso de lo planteado por los solicitantes bajo la Ley 1340, decidió seguir un procedimiento nuevo, extraño y distinto al usado por las autoridades colombianas en otros procesos de integración.

Dentro de dicho proceso, la Aerocivil negó la solicitud sin siquiera, y como es normal en Colombia y otras jurisdicciones, plantear previamente los temas que le preocupaban y discutir posibles condicionamientos. En los trámites de integraciones, entre otras ante la Superintendencia de Industria y Comercio y en varios países, lo usual es poner sobre la mesa las dudas acerca de la integración y estudiar condicionamientos a la buscada fusión.

Después de meses de andar sin plan de vuelo y aparentemente sin piloto, la Aerocivil ve la luz y reconoce que el trámite adecuado si era el de la Ley 1340 que habían pedido los solicitantes. En consecuencia, la Aerocivil decide anular todo lo actuado para empezar de nuevo. Pero ya Viva estaba volando con el tanque casi vacío. Semanalmente Viva reportaba a la Aerocivil su estado de liquidez y pedía pista para aterrizaje de emergencia, es decir la aprobación de la fusión.

El mensaje por lo visto, nadie lo escuchó o quiso escuchar.

La Aerocivil, siguió quemando tiempo y decidió, fundamentada en una intervención de un congresista en primer debate de la ley 1340, que en un proceso de integración se debía tener como partes a las empresas competidoras, quienes no desaprovecharon e inundaron el trámite de integración con solicitudes a la autoridad.

Parece que la Aerocivil no revisó o no le gustó lo discutido en el Congreso en segundo debate.

En dicho debate el congreso concluyó que NO se debe permitir la participación de competidores en los trámites de fusiones pues ello conlleva a trabas innecesarias a todas las integraciones. Si la competencia tiene algo para aportar, existen otros mecanismos legales regulados para ello.

Finalmente ocurrió, “lo que te dije que iba a ocurrir, pero no me creíste”. El 28 de febrero, después de una larga espera sin que las autoridades resolvieran la integración, Viva lastimosamente pero sin otra alternativa, recurre a un aterrizaje forzoso de sus operaciones, producto de la falta de capital de trabajo, tal y como le advirtió al gobierno desde hace siete meses que iba a suceder.

Ante las imágenes de pasajeros en varios aeropuertos, nuevamente aparecieron prestos los ministros y funcionarios públicos vociferando investigaciones exhaustivas para encontrar culpables de la cesación de operaciones, a pesar que durante meses a ellos les habían advertido sobre las consecuencia de la negativa a la integración.

La cesación, como era evidente, pero de manera terca el gobierno no lo quiso ver, afectó a la aerolínea, usuarios, empleados, proveedores, accionistas y en general todos sus grupos de interés; no había otro camino. Pero al responsable de haber evitado esta triste situación, es decir al gobierno, nada le pasa. Se miran al espejo y lo que ven es un elegante pañuelo en la solapa del vestido, que adorna las palabras de investigaciones y mediáticas órdenes de allanamientos.

Toman control de Viva y la llevan a un proceso de insolvencia que afecta a todos los acreedores externos incluyendo empleados. Hacen esto sin tener en cuenta que Viva, ya voluntariamente, se encontraba en un proceso de insolvencia menos doloroso y que solo afectaba a unos cuantos acreedores.

Es tiempo de cambiar de rumbo, evitar el cúmulo que peligrosamente alerta el radar viene de frente, y proceder a aprobar la integración, con las condiciones razonables que sean necesarias, pero con el objetivo de preservar el servicio y proteger a la aerolínea, sus empleados y pasajeros.

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