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La tasa de inversión fija, definida como la formación bruta de capital fijo FBKF sobre el PIB, en el último medio siglo colombiano, entre 1975 y 2024 (gráfica), tuvo un comportamiento relativamente estable, con promedio del 17.6%, un máximo de 23.4%, en 2014 – 2015, y un mínimo de 13.8%, en 1975 y 1993. Los mejores años están ligados a altos precios del petróleo y expectativas minero-energéticas, mientras en los más bajos no hubo inversión en ese campo.
La principal inquietud en Colombia es el por qué la inversión no ha logrado superar estos niveles, cuando se requiere estar por encima del 30% para crecer sostenidamente y no depender de un solo sector. En 32 de los 50 años de este medio siglo, la inversión estuvo por debajo del promedio y solo en 12 se ubica por encima del 20%, es la década del 2010, la misma en que la expectativa con el petróleo ha sido más alta.

La inversión se alimenta del ahorro, interno y externo. El interno combina decisiones de ahorro forzoso con los recursos incorporados en cuentas de ahorro y papeles de renta fija. El ahorro externo se refleja en el ingreso de inversión extranjera directa IED, que significa uso de recursos de ahorro de otros países.
El ahorro forzoso, reglamentado en las normas de seguridad social de la Ley 100/93, apenas deja un flujo anual del 3% del PIB y el acumulado en los fondos de capitalización, $465 billones a diciembre del 2024, representa el 27.3% del PIB, y es la fuente más importante y segura del ahorro. El voluntario es residual y se prioriza en papeles de renta fija, dada la inestabilidad del mercado accionario.
El ahorro externo es el que ha llenado las necesidades de inversión, de ahí la importancia de la Inversión Extranjera Directa IED, que en el medio siglo atrajo US$277.995 millones, a un promedio de US$5.560 millones año, un flujo máximo de US$17.182 millones, en 2022 y saliendo de la pandemia, y un mínimo de US$25 millones, en 1976.
Con cifras consolidadas del Banco de la República para los últimos 31 años, de 1994 a 2024, plena apertura económica, el sector petrolero es el mayor receptor, con acumulado de US$60.766 millones, el 21.9%, seguido del financiero con US$47.875 millones y el 17.2%, el manufacturero con US$43.266 millones o el 15.6%, y el minero, incluyendo carbón, con US$36.599 millones, para 13.2%. Los demás sectores de la economía recibieron US$81.567 millones, equivalentes al 29.3% de toda la IEC.
La estrategia minero-energética fue la más exitosa en atraer ahorro externo mediante IED, atrajo US$97.365 millones, el 35% de la IEC recibida en Colombia en cincuenta años, la misma se concentra en la década del 2010 al 2019, con US$52.331 millones, el 53.8% de la inversión sectorial. Coincide con una coyuntura de bonanza petrolera y de mayor impulso minero, en la perspectiva de incrementar sus exportaciones.
Después de la pandemia, la inversión se redujo y volvió hacia el promedio, se recuperó ligeramente en la activación post COVID y padeció las dificultades del bajo crecimiento posterior y la coyuntura internacional, para terminar en 17.3% en 2024. La IED de los mismos años refleja un lento proceso de recomposición, reduciéndose en el minero energético y creciendo en los demás sectores, incluidas la manufactura y lo financiero.
Una estrategia de diversificación de la producción, hacia lo agroindustrial, la manufactura diversa, turismo y servicios inteligentes, apunta a seguir buscando en el mercado internacional otros socios comerciales y alternativas financieras, ese es el propósito de expandir actividades hacia China, los Brics y la Ruta de la Seda, los Emiratos Árabes y el medio oriente, que significa ser socios del mundo, no solo de Occidente.
En el corto plazo, el ahorro interno tiene expectativas de crecer con la ampliación del ahorro forzoso al eliminar la competencia, entre RAIS y RPM, en la reforma pensional. El surgimiento de nuevos fondos, las ACCAI y el Banco de la República, son estímulos para promover que más colombianos se integren al sistema y fortalezcan el recaudo, más allá del 3% del PIB.
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