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Analistas 29/06/2025

Taxonomía del nuevo empresario

Ramiro Santa
Presidente Sklc Group

Cada vez se entiende mejor —y se reconoce con más justicia— a los empresarios como personas admirables que arriesgan su patrimonio y su conocimiento para convertirse en emprendedores que innovan, generan empleo, transforman entornos y se comprometen con causas sociales. Muchos apoyan el deporte o promueven la infraestructura pública o actúan como representantes de sus comunidades, convirtiéndose —a menudo sin saberlo— en filántropos con una genuina responsabilidad social corporativa.

Estas dos dimensiones —el ámbito económico (generación de riqueza) y el ámbito político (liderazgo comunitario)— solían estar reservadas a actores distintos. Pero hoy, confluyen en figuras empresariales que asumen un rol sistémico, con impacto más allá de sus balances financieros.

A partir de diversas teorías sociales y de gerencia, se pueden identificar al menos cuatro arquetipos de empresario:

1. Empresario Transformacional: Es aquel líder que trasciende los márgenes de su empresa y se involucra activamente con instituciones cívicas y organizaciones sociales. Su liderazgo, tal como lo describe la teoría organizacional, se basa en una visión moral que inspira a diversos grupos de interés y promueve reformas profundas ancladas en valores.

Es la empresa o el empresario que no se conforma con tener una empresa exitosa; quiere cambiar el mundo. Y no con discursos de TEDx, sino con acciones concretas: crea apps que democratizan la educación, ofrece conectividad en zonas aisladas, hace alianzas para que las personas tengan acceso al crédito pertinente y barato o dinamiza redes de salud, y lo hace con orgullo de empresario responsable. Inspira a sus empleados, lideres de comunitarios y hasta a los amigos de los hijos con su visión de la corriente “capitalismo moral”.

2. Empresario Mediador Institucional: Es el puente entre sectores: vincula a funcionarios públicos, académicos, sociedad civil, cooperación internacional y actores del sector privado. Utiliza su capital social para tejer alianzas y encabezar coaliciones público-privadas, mesas de diálogo o pactos sociales. Su legitimidad como generador de empleo y conocimiento le permite convocar y articular a actores diversos.

Es el empresario o directivos con el superpoder es conectar lo inconectable: junta al alcalde, a la ONG internacional, al rector de la universidad y al tendero del barrio para firmar un pacto de desarrollo local. Con su palabra y acciones construye confianza. Es el puente colgante entre sectores, y aunque a veces tambalee, nunca se cae.

3. Empresario Constructor de Paz: El equivalente empresarial de los cascos azules de la ONU. Sabe que sin paz ni seguridad no hay progreso, y que el desarrollo llega mejor con botas pantaneras que con helicópteros. En regiones golpeadas por el conflicto, arma centros de empleo, impulsa nuevos liderazgos, forma lideres que si representan a la comunidad, mete el hombro en programas de reconciliación y hasta actúa como garante económico en procesos de paz.

Apoya programas de desarrollo en zonas marginadas, o con alta violencia e incluso participa como garante económico en procesos de paz. Su legitimidad proviene del hecho de que destina su capital privado en beneficio público, demostrando compromiso de largo plazo con el territorio.

4. Empresario Legislador Cívico: No necesita ocupar cargos públicos para incidir en la política. Influye directamente en la creación o mejora de marcos normativos, aportando conocimiento técnico y capacidad de ejecución. Peter Drucker sostenía que los líderes empresariales también tienen obligaciones políticas y sociales.

Su aporte también puede estar dirigido a introducir prácticas gerenciales del sector privado -presupuestos por resultados, transparencia financiera, transformación digital, toma de decisiones, control y transparencia en las cuentas-, ayudando a superar la burocracia tradicional. Así ayuda a resolver la perdida de legitimidad de las instituciones del gobierno por no resolver problemas.

Por supuesto, en la práctica los empresarios suelen combinar rasgos de varios de estos arquetipos. Pero figuras como Drucker, Fukuyama, Habermas o Douglas North coinciden en un punto esencial: las sociedades exitosas son aquellas donde todos los sectores —público, privado, social— cooperan en un proyecto nacional, alineando los incentivos económicos con los objetivos sociales.

Reescribir el contrato social en el siglo XXI implica el rol protagónico de los empresarios sistémicos, sin dejar de exigirles responsabilidad democrática.

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