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Un millón trescientos mil hermanos venezolanos*, un millón setecientos mil cuentas de Facebook creadas en Venezuela con sesiones a Colombia, 39% de los venezolanos no planean volver a Venezuela** y el 54% planean traer a sus familiares**.
El poder de los discursos políticos del socialismo del siglo XXI ha llevado al absurdo de negar el cariño, la dependencia y el amor entre estos países hermanos para cohesionar a los venezolanos en torno al odio a los colombianos y el miedo a una guerra. Todos debemos recordar que en la historia reciente fuimos un mercado común, el más apreciado*; en el caso colombiano, Venezuela fue, hasta época reciente, nuestra fuente de conocimiento y éxito en la industria petrolera y plataforma a la fama de artistas y músicos colombianos.
Quién no bailó y alegró el alma con la Billo's Caracas Boys, los Melódicos, Nelson Henríquez, Pastor López, quienes inmortalizaron también canciones como Josefa Matías, El Porro Sabanero, Se va el caimán, Fiesta en corraleja, Festival Vallenato, Las caleñas; quien no cantó Caballo Viejo de Simón Díaz o las canciones de Reinaldo Armas, Luis Silva, el Puma, Montaner o De Vita y a todos los sentimos como nuestros.
Quién no sintió también como propia a Doña Barbara de Rómulo Gallegos o las obras literarias de André Bello y Teresa de la Parra o las mismas crónicas de Juan de Castellanos o Fray Pedro Simón. Así mismo, en otra dimensión del arte nos marcaron los artistas plásticos como Michelena, Reveron, Otero, Soto o Cruz Diez, o la gran actuación de Édgar Ramírez en la película Carlos (El Chacal), por no hablar del gran músico director Gustavo Dudamel, que dirige las sinfónicas con sus dedos como un prestidigitador de las notas musicales. En conclusión, nuestra alma está hecha de lo mismo.
Los que tuvimos el gusto de vivir y conocer la gastronomía de nuestros hermanos venezolanos, nunca dejamos de admirarlos por el rigor en el estudio del Centro de Estudios Gastronómicos CEGA, que le imprimió un sello e impulsó una nueva raza de cocineros de la más alto nivel mundial como Sumito Estévez, Lorena García, Carlos la Cruz, que tomaron la herencia y pudieron hacer un mestizaje moderno con lo mejor del indio, del castellano, del vasco, del negro, de los portugueses, franceses e italianos. Hoy tenemos la fortuna de aprender y también de deleitarnos con una de las mejores gastronomías del continente, pero aún estamos lejos de tener el mejor pan y queso fresco del mundo, el quesito de mano y el guayanés.
Si nuestra alma está unida, debemos reconocer como parte de nuestra obligación acoger responsable, solidaria, legal y ordenadamente a nuestros hermanos que llegaron con sus hijos, padres y sueños remendados. Sigamos el ejemplo de la gente de la frontera que sale a las calles para brindarles algún alimento a los recién llegados, de los médicos de los hospitales que le dan prioridad a los niños enfermos y a las madres gestantes y lactantes, a las 21 fundaciones que encontré en internet, a ACNUR, a la Iglesia Católica que tiene programas de ayuda en las ciudades receptoras y al Gobierno nacional , que sin desatender los grandes retos y solicitudes de otros colombianos, ofrece programas de atención.
Ahora la pregunta es para nosotros, desde nuestro rol y como personas y que también debemos asumir un papel frente al fenómeno de migración más grave del continente por cuenta de los que se abrogan el discurso de igualdad y democracia y que están dispuestos hasta a llegar a una guerra para seguir manteniéndose en el poder por encima de la dignidad de las personas. Los venezolanos nos dieron la mano a miles de colombianos en los años que éramos estigmatizados en el resto del mundo, ahora nos toca asumir un papel reciproco, solidario y respetuoso.
*Fuente Migración Colombia
**Fuente Proyecto Migración Colombia
***En 2007 las exportación al vecino país superior los US$6.000 millones (Asuntoslegales.com agosto 5 de 2014)
