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Analistas 02/04/2023

El club de las rodillas peladas

Ramiro Santa
Presidente Sklc Group

Una aerolínea quebrada y luego un banco en problemas que naufragaron después de una historia éxitos que las habían convertido en empresas emblemáticas pero que no pudieron resistir a la falta de ética, el exceso de ambición de sus directores y al escrutinio de sus accionistas y del público en general; aunque parece una historia cercana es en Suiza con la aerolínea Swissair y del Banco Credit Swiss.

Algunos datos para entender la dimensión de este banco: fundado en 1856, tiene 5000 empleados en el Reino Unido, 3500 en Singapur, 2000 en China, 700 en España, 300 en Italia y Latinoamérica (México, Perú, Chile y Colombia). En Rusia maneja activos en cuentas por 19.200 millones de dólares, en Italia administra 11.500 millones de euros, en Brasil destinaron para la compra del banco Investimentos Garantia 675 millones de dólares y el 20% de las acciones pertenecía al Saudi National Bank, Qatar Holding y Olayan Group.

El viacrucis empezó en 2020 cuando el director se vio obligado a renunciar acusado por utilizar detectives para espiar a un ex ejecutivo, en 2021 pierde miles de millones de dólares por la quiebra de la firma financiera británica Greensill Capital y el fondo estadounidense Archegos Capital y posteriormente recibe una multa por un escándalo de corrupción en Mozambique, en 2022 es condenado en Suiza por lavado de dineros del narcotráfico búlgaro y este año 2023 registra pérdidas de 7.300 millones de francos suizos y con el retiro masivo de millones de dólares y subsecuente caída de las acciones ( de 84 francos suizos en 2007 a 3 francos hoy) el gobierno suizo decidió la compra de Credit Swiss por el UBS.

Lo anterior tiene impactos en accionistas y en la misma tributación de los suizos pues los 10.000 millones de dólares (9.200 millones de francos suizos) son de muy difícil recuperación, aunque hay analistas que en el mediano plazo habrá buenas noticias con la administración desde USB, banco más importante de Suiza y el soporte del Gobierno.

Aunque las historias del Banco Nacional y el grupo Grancolombiano no halla acabado tan bien si se puede decir que Colombia aprendió y con el bolsillo de los colombianos le pagó y le sigue pagando el “impuesto transitorio” del 4 X 1.000, y así también con el conocimiento de los técnicos del Banco de la Republica se generaron sistemas confiable y procesos estrictos y con un trabajo en equipo entre el sector bancario y legislativo del gobierno desarrollaron un marco legislativo que le asegura hoy a los ahorradores, cuentahabientes e inversionistas que sus recursos tienen respaldo y están vigilados por toda la institucionalidad (Banco de la República, Superintendencia Bancaria, Fogafin, Asobancaria, etc) .

Lo anterior no indica que el sistema sea perfecto pues los bancos en Colombia no tienen como prioritario entender y solucionar las necesidades de los usuarios, ni que los servicios sean atractivos y costo eficientes, ni que los bancos conozcan y entiendan los ciclos de los negocios, ni que den asesorías a sus clientes, ni mucho menos que los créditos sean baratos, lo que contrasta con las inmensas y multimillonarias utilidades de los bancos a expensas de sus clientes y de otros renglones de la economía.

Las virtudes de la democracia y del libre mercado no obliga a nadie y ante las deficiencias de los bancos en la ruralidad y en el común de las personas se sigue utilizando el papel moneda y se niegan a bancarizarse pues les cobran parte de sus ganancias sin ningún valor agregado, situación esta que ha hecho que florezcan alternativas de manejo de recursos de forma económica, con asesorías y sin tantos requisitos y desconfianza como son las cooperativas, cajas de compensación, fundaciones y asociaciones entre otras. Pero en lo que esta de acuerdo todo el país es que Colombia no se puede volver a caer y se raspe las rodillas con créditos inmediatos pero informales, a costos infames y sistemas de cobro mafiosos para los más vulnerables, o ahorros perdidos en inversiones tipo pirámides y otras formas de estafas y de transacción que funcionan con el conocimiento de toda la sociedad, pero sin cuestionamientos, sin respaldo, ni control ni vigilancia.

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