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Analistas 08/10/2016

Desarme la lengua

Pilar Ibáñez
Consultora bienestar organizacional
La República Más
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Después de 50 años de conflicto por fin salió a la luz la razón de fondo de nuestra eterna violencia. Lo curioso no fue encontrar razones políticas de cada parte, la guerrilla y el Gobierno, sino que nuestro largo conflicto radica en un solo actor, nuestra lengua. 

Fue miedoso y al mismo tiempo interesante evidenciar el pasado domingo 3 de octubre que el arma más potente de destrucción que tienen los seres humanos es la lengua, así que a eso dedicare este artículo, a la importancia de desarmar la lengua.

Inicio haciendo énfasis en que los colombianos estamos acostumbrados a celebrar, celebramos los goles de la Selección Colombia, celebramos las medallas en los olímpicos, y nos indignamos cuando afectan nuestro nombre, caso ejemplar la equivocación con la corona de la señorita Colombia en el reinado. Pero cuando necesitamos celebrar un hecho tan importante como lo fue la firma del acuerdo de paz, lo único que salió a las calles en voz de celebración fue la nada y el silencio. 

Algunos lo vieron por televisión y otros lo presenciaron en Cartagena. ¿Qué sucedió? ¿Por qué después de 50 años de conflicto no salió la gente a celebrar, a gritar, a festejar? Se supone que sería un día en el que todos los colombianos saldrían a las calles a darse abrazos. Al día siguiente se sintió un miedo colectivo, un lunes oscuro, en el que daba miedo estar de acuerdo o no por lo ocurrido. 

Un miedo escondido e incertidumbre cobija a los colombianos, mismo miedo que hace que unos voten sí y otros no. Pero hay que resultar, sean las razones que fuesen cada uno tiene su opinión. Opinión que en un país civilizado se debería respetar. 

Pero lo que sucedió tras ganar el No al Acuerdo, fue una guerra en redes sociales, en el que unos decían a los que votaron Sí que estaban entregando el país, y a los que votaron No, que no querían la paz. Otros decían que votaban No solo para que Santos no ganara el premio Nobel de Paz. Miles de mensajes en los que unos echaban la culpa a los otros, de la forma más despectiva y deplorable posible, destruyendo al paso. Conclusión, no estamos listos para la Paz. Una guerra de palabras que lo único que generaba era más de lo mismo, violencia, miedo e incertidumbre. Instó al desarme de la lengua, es decir, a esos comentarios destructivos y que generar polarización, a ese lenguaje que desconecta, a esas bombas y balas que generar confusión en la gente, miedo y reacciones violentas. 

Por el contrario, se rescatan algunos actos de construcción, como la forma en la que se llevaron a cabo algunas marchas, tanto por el Sí al Acuerdo como por el No, en el que se respetaron las opiniones, y de dejo tras la marcha los lugares limpios y sin actos de vandalismo. Ese es el país que debemos construir.

Ya que, la paz es un estado mental en el que todos los colombianos deberíamos tratar de entender que cada cual tiene opiniones y razones de para tomar sus decisiones, y que todas son igualmente validas, que todas tienes sus pros y contras, y que la paz se logra llegando a consensos sobre el respeto por los mínimos.  

La idea de un proceso de paz, es una transformación interna, un cambio de paradigma, una comprensión colectiva de lo múltiple y lo individual.  

Aun así, insto a todos los colombianos a la reconciliación mental, eso quiere decir desarmar la lengua, oír las opiniones de los demás, ser tolerantes y construir la paz en cada instante y momento. En el bus, en el Transmilenio, en el restaurante y en la casa. También a alegrarse del premio Nobel de la Paz, un premio que no es otorgado a un representante sino a todos los colombianos, un premio que nos llama a que nosotros internamente y en todos los países observen a Colombia como un país que construye con argumentos y sobre todo con hechos claros. 

Hoy tras el premio tenemos la responsabilidad de llevar el nombre de Colombia en alto y que todos tomen el premio como propio e ideen estrategias para que la paz sea un hecho real y no letras sobre papel.

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