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No tengo hijos, pero si los tuviera, estaría muy preocupada por verlos crecer en la Bogotá de hoy. Más insegura que nunca y, en las últimas semanas, presa de un sicariato que creíamos superado tras la guerra entre carteles que nos acorraló en los años 90, la ciudad no es amable.
Mientras la alcaldesa reparte culpas y su argumento gravita en la falta de policías, la ausencia de liderazgo se agudiza. Por fortuna, su periodo ya termina. Por desgracia, toda situación es susceptible de empeorar. Máxima, ¡ojo!, que hay que tener en el radar.
Con abultado número de competidores, en octubre, nos vuelven a preguntar qué queremos y bajo la figura de quién lo queremos. Si bien, nadie tiene la varita mágica para solucionar de un plumazo tantas problemáticas que cabalgan juntas, debemos mantener el foco en los urgentes: volver a caminar tranquilos en las calles, por ejemplo, uno de ellos.
Para mi gusto, la carrera empezó tarde. Habrá poco tiempo para escuchar y confrontar propuestas a profundidad. Sin embargo, se estrenará la segunda vuelta; ejercicio, a decir verdad, importante avance para la democracia local en aras de la legitimidad.
Criticado por su inmersión en la localidad de Bosa, que algunos califican de populismo, Juan Daniel Oviedo, le apunta a la empatía para capturar votos. Rodrigo Lara, se concentra en la falta de seguridad que promete combatir con tecnología y el exministro Diego Molano, para intervenir el mismo asunto, plantea la construcción de una ‘Mega Cárcel’.
Por los lados de los dos candidatos de izquierda; Gustavo Bolívar, como buen libretista, supo mantener hasta el final la expectativa sobre su aspiración. Ahora, con su característico tono pausado y directo, se la juega por las bases petristas capitalinas y dice justo aquello que su audiencia espera oír. Jorge Enrique Robledo, en tanto, se mete de lleno en la polémica del metro. Decidido, se suma a la voces que piden soterrarlo. Hasta carta a Gustavo Petro terminó enviando.
La baraja la completan el general (r) Jorge Luis Vargas y Carlos Fernando Galán. El primero, excomandante de la Policía Nacional, con su llegada a la contienda, produjo un cimbronazo. Nadie lo esperaba y su experiencia en enfrentar la criminalidad y la delincuencia, será, por obvias razones, su bandera. En cuanto a Galán, su apuesta estará en capitalizar el descontento con la mandataria saliente. Se compromete a solucionar el caos en movilidad vía el que denomina un plan de choque de gestión de tráfico al igual que a desarticular las cadenas delictivas.
Ni una mujer en la lista y con serios pendientes, inquieta qué tan rápido podrá empezar a mostrar resultados el nuevo inquilino del Palacio Liévano. Entre otras cosas, porque la ciudadanía, después del incoherente periodo de Claudia López, pide a gritos un gerente, un líder, y tendrá escasa paciencia. La gente está sedienta de recuperar esa calidad de vida que una seguidilla de administraciones deficientes, por decir lo menos, les robó.
Vendrán semanas intensas. Asistiremos a la feria de los posibles en mundos ideales y, aunque siempre será valioso contar con tal diversidad de voces, dispuestas a enfrentarse, imperativo se hará evitar comer cuento. En cuatro meses se va, recuerden, la candidata que juró poner a temblar a los ladrones.
